Al caer la noche del noveno día de revueltas populares en Egipto, el futuro del país no es lo único incierto. Todavía está por verse que Egipto se encuentre en mitad de una verdadera revolución, o más bien de un golpe de estado. De Irán a Argelia, la historia ofrece una serie de modelos que pueden servir de pistas del aspecto que podría cobrar un Egipto sin Hosni Mubarak.
John Hockenberry, presentador de "The Takeaway" en la National Public Radio.
A pesar de no haber sido depuesto aún, el anuncio de Mubarak de que no se va a presentar a una nueva legislatura como presidente ha precipitado a Egipto a un período de transformación caótica que algunos ven paralela a la Revolución Islámica de Irán en 1979. "El gran interrogante frente a nosotros es si va a replicarse", dice Daniel Pipes, director del Middle East Forum. Durante el período entre la marcha del Shah de Irán y la llegada al poder del ayatolá Ruholah Jomeini, "las instituciones de Irán cambiaron, la ideología cambió y el estilo de vida cambió".
Pipes afirma que la Hermandad Musulmana, el grupo islámico marginado desde 1954, está "saboreando el momento". En caso de tomar el poder en Egipto, Pipes afirma que el mundo puede contar con una revolución islámica al estilo de Irán.
Sin embargo, las circunstancias en Irán en 1979 y en Egipto hoy son radicalmente distintas. "Me inclino a pensar que se parece más a un golpe de estado que a una revolución", dice Pipes, citando el papel fundamental del ejército en la historia de Egipto. El golpe más reciente acaecido en Egipto se produjo en 1952, cuando Gamal Abdul Nasser indujo al ejército a derrocar al rey Faruk I. Nasser y sus sucesores Anwar Sadat y Hosni Mubarak "son todos ex militares", recordaba Pipes en The Takeway con John Hockenberry en el podcast Wave of Change. El ejército de Egipto puede aceptar al nuevo presidente, pero no es probable que acepte un gobierno civil.
Pipes sostiene que la mejor analogía histórica se puede encontrar en la Guerra Civil de Argelia de principios de los 90 cuando algunos grupos islamistas desafiaron al régimen militar asentado. "A través de ciertas maniobras hábiles, la vieja guardia, el ejército y sus aliados permanecieron en el poder, y siguen permaneciendo hasta hoy, 20 años después", dice Pipes.
De cualquier manera, la situación en Egipto sigue planteando importantes desafíos a Estados Unidos y sus intereses en la región. A pesar de la tradición norteamericana de apoyo a los movimientos democráticos de todo el mundo, la realidad, dice Pipes, es que "tenemos un problema con las fuerzas democráticas del mundo musulmán, que tienden a ser islamistas".
Tal como lo ve Pipes, cuando Estados Unidos se ve obligado a apoyar a movimientos democráticos, todo se reduce a una elección entre los islamistas y los militares. "Adoptar la democracia como objetivo, pero paulatinamente", dice Pipes, criticando los esfuerzos de la administración George W. Bush en Irak y Afganistán. Sólo durante décadas, dice Pipes, una sociedad civil se puede desarrollar, "lo que puede conducir a un resultado favorable para los países y para nosotros".
Resumen de Max Bernstein.