Una de las consecuencias totalmente inesperadas de la caída de los países comunistas es el resentimiento entre los muchos turcos que residen en países comunistas. Aunque el reto que plantean puede parecer pequeño en comparación con otros, bien podría ser uno de los más graves a los que se enfrenta el imperio soviético.
Considere estos importantes sucesos de los dos últimos años:
- en una repetición del acontecimiento alemán del año pasado, los turcos de Azerbaiyán destruían el "muro de Azerbaiyán", el nombre que dan a la instalación fronteriza que se extiende a lo largo de la frontera de 500 millas con Irán. A continuación pedían la unificación del Azerbaiyán iraní y la formación de un estado azerí independiente.
- Desde principios de 1988, los combates en torno a la región autónoma de Nagorno-Karabaj se han incrementado al extremo de que armenios y turcos azeríes están prácticamente en guerra. La situación se ha vuelto tan anárquica, que Moscú imponía el estado de excepción la pasada semana.
- Los turcos de Crimea, expulsados brutalmente en 1944 por Stalin de su patria en el extremo norte del Mar Negro, han desafiado a las autoridades y están volviendo a Crimea, donde construyen casas ilegales.
- Más al este, en Asia Central, una nueva organización nacionalista formada por turcos de origen uzbeco, llamada Unidad, se rumorea que tiene alrededor de 1 millón de miembros.
- También en Asia Central, más de un centenar de turcos mesjetios fallecían a manos de los uzbecos a lo largo de 10 jornadas de disturbios acaecidas en junio de 1989.
- 300.000 turcos huyeron de la persecución en Bulgaria durante 1989 en una de las emigraciones más masivas de los últimos años. A continuación, después de que un gobierno reformista se hiciera con el poder y pusiera fin a la persecución de los turcos, la población cristiana mayoritaria de Bulgaria tomaba la calle en protestas contra los turcos.
- Los griegos bizantinos, residentes veteranos de la Unión Soviética, lograban permiso para emigrar y eran puntualmente asentados al oeste de la Tracia, donde los turcos constituyen mayoría. No sin razón, los turcos consideran esta elección de vecinos una forma de diluir su presencia y reducir su peso político.
Para la mayoría de los observadores, puede parecer una sorpresa que los turcos vivan en tantos países, dado que los turcos se asocian normalmente con la República de Turquía. En la república, unos 44 millones de personas turcoparlantes suponen casi el 90% de la población; pero más turcos viven fuera de la República que dentro, poblando un disperso abanico de países que van del Adriático al oeste hasta los confines más lejanos de Siberia, al este.
El mayor número, 42 millones, residen en la URSS, seguidos de 11 millones en Irán, 7 millones en China, 2 millones en Afganistán y 1 millón en Bulgaria. Cifras más reducidas pero aun así significativas residen en muchos otros países, incluyendo 400.000 en Irak y 200.000 en Grecia, Rumania, Yugoslavia y Mongolia. Chipre y Siria albergan 100.000 turcos cada una. Los turcos son musulmanes casi exclusivamente; con una población total de 108 millones, constituyen la segunda minoría étnica más grande del islam, sólo por detrás de los árabes.
La extraordinariamente amplia dispersión de los turcos es producto de dos hechos, ambos relevantes en la inestabilidad actual. En primer lugar, los turcos fueron durante muchos siglos soldados superiores, y su fortaleza les permitió gobernar en muchos grandes países. En el apogeo de su poder en el siglo XVI, las dinastías de gobernadores turcos se extendieron sobre una zona que iba de Argelia a la India pasando por los Balcanes y el sur de Arabia. Esta tradición de poder se traduce hoy en el resentimiento hacia los turcos. Las hostilidades heredadas explican en gran medida los actuales problemas de Chipre, Bulgaria y Nagorno-Karabaj.
En segundo lugar, los turcos son históricamente un pueblo nómada que recorría con regularidad grandes distancias en busca de pastos y botines de saqueo. No tendían a residir en ciudades; en tiempos modernos, esto se tradujo en que se mantuvieron ajenos en algún grado a los mecanismos de la modernización. En consecuencia, a diferencia de su poder anterior, los turcos fueron incapaces de movilizarse políticamente más recientemente y por eso raramente logran asentarse en sus propios estados. Como resultado, con la única excepción de Turquía, los turcos constituyen en todas partes una minoría en sus países. En términos políticos, un gran número de turcos se sienten nacionalistas frustrados -- sobre todo en Chipre, Azerbaiyán y Asia Central.
Estos patrones han cobrado nueva importancia en los dos últimos años, a medida que la hegemonía imperial soviética se ha contraído. Por un capricho del destino, la mitad de los turcos viven bajo regímenes comunistas. De los trece países en los que reside un número considerable de ellos, siete tienen administraciones comunistas. Mientras Moscú levanta la mano muerta del gobierno comunista, el nacionalismo turco y las animadversiones étnicas enconadas vuelven a escucharse una vez más. En ciertos casos, como el de Nagorno-Karabaj, los turcos explotan las nuevas libertades para cobrarse venganza contra enemigos tradicionales; en otros lados, como en Bulgaria, son las víctimas.
Los problemas del Kremlin sólo acaban de empezar, dado que la de politización de los turcos fuera de Turquía tiene muchas implicaciones. Frente a la emergente población turca y el control debilitado de Moscú, no es probable que los turcos soviéticos acepten indefinidamente al gobierno ruso.
Ercüment Konukman, un ministro del gobierno turco, predecía recientemente que, en los próximos años, los turco soviéticos "se levantarán, reclamarán su independencia" y crearán estados bajo la bandera turca. Podría tener mucha razón.