El Instituto de Documentación Mediática de Oriente Próximo MEMRI ha incluido de forma encomiable a Pakistán en su cobertura y hoy publica un excelente artículo de Tufail Ajmed con el título ligeramente turbulento de "Editor de importante cabecera paquistaní: 'Si para resolver nuestro problema de abastecimiento hemos de iniciar una guerra nuclear con la India, lo haremos' – Disputas por los recursos entre la India y Pakistán – Casus Belli potencial". El artículo examina la cuestión muy grave del control hindú sobre porcentajes crecientes del abastecimiento hídrico paquistaní (problema siniestramente replicado, a la sazón, por Turquía y Siria frente a Irak; consulte "Irak sufre mientras caudal del río Éufrates desciende").
La presa hindú de Baglihar, inaugurada en octubre de 2008, despierta el mayor de los temores por el agua en Pakistán. |
En el curso del análisis, Ajmed destaca que los articulistas políticos y religiosos de Pakistán enmarcan a menudo la cuestión en términos de una conspiración internacional que involucraría a los judíos y a Israel". He aquí unos extractos:
Majid Nizami, editor jefe del influyente diario paquistaní en urdu Roznama Nawa-i-Waqt: Pakistán se enfrenta a "Tres Satanes": la India, Estados Unidos e Israel.
Las páginas del Roznama Ausaf también mencionan a Israel, diciendo que "con la ayuda de Israel, la India también ha logrado levantar una barrera a lo largo de la frontera reconocida y la Línea de Control [de Cachemira]. Fue con apoyo israelí que la India instaló equipo sensible en la frontera reconocida y la Línea de Control, para vigilar los movimientos de los guerrilleros cachemires".
El General (jubilado) Hamid Gul, antiguo responsable de los servicios paquistaníes de Inteligencia: "Dos países nacieron en 1947 y 1948: Pakistán uno; dos, Israel. Los dos son amenazas excluyentes. En último término, solamente uno de ellos sobrevivirá".
Hafiz Zahurul Hassán Dahir, secretario del Consejo Hídrico de la Cuenca del Indus, acusa a la India de trabajar "en cooperación con el grupo judío" en sus proyectos de abastecimiento para asfixiar la economía paquistaní. Dahir también ha manifestado que "con la cooperación del grupo judío, la India ha abierto el frente de la guerra por el agua, orientado a desecar las tierras fértiles de Pakistán". De hecho, da detalles: "Se ha montado un consorcio en cooperación con el grupo judío, otros tres países, dos multinacionales, una organización trasnacional no gubernamental y las agencias secretas de tres países en el cotarro, incluyendo el Ala de Análisis e Investigación (RAW) de la India".
Muchos lectores se preguntarán: "¿Por qué Israel?" ¿Con sus miles de millones de ciudadanos va la India a necesitar en serio confiar su política de abastecimiento al minúsculo Israel, o su política exterior entera hacia Pakistán?
Documenté esta ausencia de inquietud con los hindúes en mi obra de 1996 La mano oculta: temores conspirativos en Oriente Próximo, páginas 129-30:
Los hindúes deberían ser un importante motivo de preocupación [para los teóricos conspirativos musulmanes]. En contraste con su postura más tolerante hacia el cristianismo y el judaísmo, los musulmanes ven con rechazo las prácticas y las creencias confesionales hindúes. El enfrentamiento hindú con el islam se remonta a un millar de años atrás; en la actualidad, 100 millones de musulmanes viven en la India tensamente entre 700 millones de hindúes (en contraste, hay 2 millones de palestinos afincados entre 5 millones de judíos). Los intentos de invertir el control de la India hindú por parte de los musulmanes cachemires han convertido a esa provincia en un emocional avispero para los musulmanes de todas partes. La India y Pakistán ya han ido a la guerra en tres ocasiones y siguen presentando hostilidades (en la dramática pero desconocida "Guerra Glacial"). La India tuvo un papel destacado en la división de Pakistán en 1971 y la aparición de un Bangladesh independiente. Con vistas al futuro, la capacidad nuclear de los dos países puede acabar muy bien en un intercambio histórico de armas nucleares.
A pesar de estos precedentes, muy pocas veces los hindúes resultan ser conspiradores a los ojos musulmanes. En diciembre de 1992, extremistas hindúes irrumpían en una mezquita del siglo XVI, la Babri Masjid, y la echaban abajo a mano, ladrillo a ladrillo, para despejar el solar a la construcción de un templo hindú. Los musulmanes por todo la India respondieron con indignación a la destrucción de la mezquita, causando miles de muertos. Este incidente suscitó represalias (presuntamente, las autoridades saudíes prohibieron trabajar en su país a los hindúes) pero no teorías conspirativas. Los líderes de Irán no interpretaron el episodio de la Babri como filo de una conspiración hindú contra el islam, sino como "otro capítulo… de la gran conspiración fomentada por Estados Unidos, Occidente, el enemigo sionista y sus regímenes satélite dentro de nuestro mundo islámico".
En general, los hindúes no son conspiradores independientes, simplemente son agentes de una trama sionista-imperialista. Como destaca Sayyid Qutb, aunque "la intensidad de la lucha entre los idólatras hindúes y el islam es vivamente evidente… no es equivalente a la virulencia del sionismo mundial". Confirmando esto, cuando los hindúes son mencionados como conspiradores, a menudo se les vincula con uno u otro de los principales culpables. Así, el asesinato de un chiíta prominente en Pakistán despertó sospechas de "agentes judíos o hindúes" tras el crimen.
¿Pero por qué no asustan los hindúes a los teóricos musulmanes de la conspiración? La respuesta está en las páginas 133-34 del mismo libro:
Occidente desarrolló dos tradiciones de conspirativismo a gran escala, la versión principalmente de derechas referente a los judíos y una versión mayoritariamente de izquierdas temerosa de las sociedades clandestinas. Cada fobia adjudica a su némesis un linaje imponente y muy largo…
Con modificaciones ligeras solamente, iraníes y árabes importaron intactas estas dos tradiciones europeas de conspirativismo a gran escala; como resultado, las teorías conspirativas desarrolladas en Rusia durante los años 90 del siglo XIX siguen estando asombrosamente extendidas en el Oriente Próximo actual. De hecho, en la medida en que las ideas antisemitas o referentes a sociedades secretas se iban descartando del pensamiento europeo convencional, iban adquiriendo fuerza en países musulmanes. Esto da a Oriente Próximo un aire de permanencia. Las fobias europeas de un siglo atrás persisten allí, como conservadas en ámbar. Igual que los marxistas siguen inmersos en las batallas económicas de la Gran Bretaña del siglo XIX, la población de Oriente Próximo está todavía atascada en las distantes inquietudes europeas por sociedades clandestinas y los judíos.
Los habitantes de Oriente Medio tienden a aceptar el equipaje intelectual que acompaña a estas dos fuerzas míticas, con independencia de lo mucho que contradiga a sus propias tradiciones. No importa que los musulmanes considerasen en tiempos a los judíos débiles y un vestigio del pasado; ahora, bajo la influencia occidental, temen a los sionistas como gobernantes potenciales del mundo. En contraste, el miedo histórico a los hindúes ha desaparecido. "Imperialismo" se aplica hoy exclusivamente a europeos y estadounidenses, no a rusos ni a mongoles. Es independiente de la idea musulmana histórica de que "el escepticismo es una religión": hoy ven imperialistas y sionistas por todas partes, aspirando en última instancia al poder total.
En Conspiración: cómo florece y de dónde sale el estilo paranoico (1997), calculo que prácticamente todas las teorías conspirativas se refieren a judíos, Israel, libremasones, americanos y bretones, alrededor de un 6% de la población mundial. En otras palabras, ataquen mezquitas o construyan embalses, los hindúes son parte del 94% olvidado. (20 de julio de 2009)