"Hace falta una mente cínica para no compartir el avance de los comicios nacionales de Irak". Eso escribe hoy la junta editorial del Wall Street Journal. No soy ningún cínico, pero mi ánimo con Irak podría describirse de forma surtida como deprimido, desesperanzado, desanimado, derrotado, pesimista, melancólico y alicaído.
Entintado aparente para unos comicios de apariencias; esta menor iraquí tiene manchado su dedo con tinta, indicando que votó, aun siendo demasiado joven para votar. |
Eso se debe a que el régimen iraquí (junto a los de Afganistán, el Líbano y la Autoridad Palestina) es una institución mantenida que no puede sobrevivir sin el constante apoyo estadounidense. Mientras Washington inyecte liquidez y sacrifique vidas para sostener al gobierno de Bagdad, el segundo podrá ir tirando. Elimine esos puntales y los islamistas de respaldo iraní se harán con el poder enseguida.
"Newsweek" comparte el optimismo de los comicios iraquíes. |
Teherán viene aspirando a hacerse con el control práctico de Irak desde la caída de Saddam Hussein en 2003 depuesto por Estados Unidos. Con muchos resortes a su disposición, de las mezquitas a las escuelas pasando por las milicias y los políticos, los déspotas iraníes están en buena posición para heredar el país.
Se avecina el final del respaldo estadounidense. De hecho, Barack Obama respondió a los administrados comicios anunciando la esperanza en que los efectivos estadounidenses puedan abandonar Irak meses antes de lo planeado. Cuando la era americana toca a su fin, comienza la iraní. Dentro de un año o dos, los actuales comicios serán considerados un episodio cosmético que de alguna forma engañó a unos observadores por lo demás prácticos.
1 de abril de 2010: Confirmación del creciente papel político de Irak llega hoy de la mano de Rod Nordland en el New York Times: "Irán oficia de anfitrión de las delegaciones tras comicios de Irak".
Irán puede parecer el lugar menos idóneo como referencia en lo que respecta a componer un gobierno democrático, pero eso es justamente lo que hizo la mayor parte de la clase política iraquí inmediatamente después de las parlamentarias del mes pasado. No se había secado del todo la tinta de los resultados cuando tres de las cuatro principales alianzas políticas despacharon enseguida delegaciones a Teherán. Pero ninguna de ellas despachó a nadie a la Embajada de los Estados Unidos aquí, por no decir a Washington.
Washington tampoco ha intentado intervenir. Ni siquiera Ayad Alawi, el candidato secular cuya coalición Iraqiya se hizo con la mayoría de los escaños — y renunció al apoyo iraní al postularse a la mayoría parlamentaria — ha sabido de los americanos. "A lo mejor no les gusta mi rostro, no sé", bromeaba, añadiendo después de forma más seria: "Me parece que no quieren casarse con nadie, para que no digan que se ponen de parte de unos contra otros".
Los iraníes, sin embargo, no han mostrado tales delicadezas, instando públicamente a las formaciones religiosas chiítas a zanjar sus diferencias para poder hacer uso de su número para elegir al próximo primer ministro. Su aperturismo, y los reparos de Washington, son muestra de la dinámica política alterada en Irak. Aunque hay más de 90.000 efectivos regulares estadounidenses destacados en Irak, nadie pone seriamente en duda que abandonarán el país, llevándose con ellos buena parte de la influencia política de América.