Tres reacciones al debate Joe Biden-Paul Ryan la pasada noche:
Dominio del tema de Oriente Próximo: Las facetas del debate relativas a la política exterior se centraron casi exclusivamente en Libia, Israel, Siria, Irak, Irán y Afganistán. El nombre de Binyamin Netanyahu fue invocado en ocho ocasiones, frecuencia mucho mayor a la de cualquier otro particular a excepción de Barack Obama y Mitt Romney. La crisis de la eurozona, la reciente reelección de Hugo Chávez en Venezuela y el país de la India pasaron desapercibidos los tres, al tiempo que las relaciones con China y Rusia hicieron acto superficial de aparición. Tan caótico, volátil y homicida se ha vuelto Oriente Próximo que los políticos estadounidenses son cuasi-expertos en ello, al extremo de nombrar los valles afganos rivales que habían visitado. La región también ha pasado a ser parte integral de la decisión electoral de a quién elegir presidente. Que Túnez, Turquía, Jordania, Yemen, Arabia Saudí o Bajréin no llegaran a surgir, mientras Egipto y el petróleo sólo fueran mencionados en una ocasión, señala la profundidad del estudio de las cuestiones de Oriente Próximo.
Joe Biden alecciona a Paul Ryan durante el debate entre candidatos a la vicepresidencia celebrado el 11 octubre de 2012. |
La sonrisa boba de Joe Biden: En realidad no fue solamente la sonrisa tonta - también fueron los chistes malos, las 82 interrupciones a Ryan, el dedo acusador, la arrogancia pretenciosa y la actitud condescendiente hacia la audiencia - lo que ensombreció todo el debate. No fue sino hasta los últimos 15 minutos que Biden habló como un ser humano normal, y luego se volvió absolutamente eficaz. Antes, sin embargo, su desagradable comportamiento abrumó sus palabras, dejando una impresión contundentemente desagradable. En contraste, Ryan habló de forma seria y respetuosa, llegando incluso a ser objeto de un par de gestos.
Ausencia de principios: Con contadas excepciones solamente, ambos candidatos (al igual que en el caso del debate presidencial) se alejaron de los principios, optando por defender el puesto de gestor más competente. Presumiblemente lo hicieron a la caza de esos votantes independientes de los estados indecisos; pero para cualquiera con opinión propia del sentido idóneo del país, esas cifras y discrepancias sin fin en torno a detalles se tradujeron en que el debate lindó con el tedio. (12 de octubre de 2012)