¿Cómo interpretar la empresa expedicionaria que encabezada por Estados Unidos atacó Irak hace exactamente una década, el 18 de marzo de 2003?
El régimen de Saddam Hussein era uno de los más monstruosos de la historia de la humanidad, que sometía a unos 20 millones de personas a su voluntad cruel y caprichosa y que, sin mediar provocación, atacó a varios vecinos suyos (Irán y Kuwait en concreto, a Israel y a Arabia Saudí también). Además, aspiraba a dominar el comercio mundial de gas y petróleo e intentaba construir armas nucleares. Es difícil imaginar una amenaza mayor a la vida civilizada.
Es fácil desear la muerte a un monstruo. |
De manera que sí, Irak y el mundo están mejor sin Saddam. Pero las grandes esperanzas puestas en la reconstrucción del gobierno estadounidense se han visto decepcionadas. Esto debería de servir de oportuna lección de cara a futuras tentaciones de "construcción de la identidad nacional": las potencias occidentales disfrutan de una aplastante superioridad en combate, pero se enfrentan a enormes dificultades cuando intentan modelar otros países. No hay que intentar lo segundo a menos que los riesgos lo justifiquen y de que esté presente la voluntad para hacerlo.