En un brillante análisis de 2006, El feudo de los Kennedy y la revolución cultural: cómo fragmentó al progresismo estadounidense el asesinato de John F. Kennedy (Encounter), James Piereson mostraba que los progresistas convirtieron el magnicidio comunista de John F. Kennedy, un político de izquierdas, en una mancha sobre los conservadores, y que esta distorsión hizo a continuación que el progresismo se transformara gradualmente en el fenómeno enfermizo que es actualmente. (Para consultar mi resumen de la obra, visite "La nociva herencia de Lee Harvey Oswald").
El antídoto izquierdista a la falsa reputación de Ciudad del Odio que tenía Dallas. |
A principios de la década de los 60, un selecto pero manifiesto grupúsculo de la estructura del poder en Dallas intoxicó el clima político, incitando una histeria de derechas que indujo ataques a figuras públicas. Durante los años y meses transcurridos antes de que Kennedy fuera asesinado, Lyndon B. Johnson, su mujer Lady Bird y Adlai E. Stevenson, embajador de los Estados Unidos ante las Naciones Unidas, fueron increpados y escupidos en Dallas por grupos indignados. En sermones, concentraciones, cabeceras de prensa y retransmisiones radiofónicas, el magnate del crudo más rico de la ciudad, un congresista Republicano y un pastor baptista entre otros, delegación local de la supremacista John Birch Society incluida, llenaron Dallas de indignada paranoia estilo McCarthy.
La reacción inmediata de muchos en Dallas a la noticia de que Kennedy había sido alcanzado por un disparo no solamente fue de sorpresa, sino que también consistió en un enfermizo aire de validación. Momentos después de escucharse los disparos, la mujer del obispo metodista decía a Tom J. Simmons, editor del The Dallas Morning News: "Tenía que ser en Dallas".
Si bien Fernández deja en paz a la Dallas actual (distinguiendo en especial a su comisaria homosexual de policía), encuentra continuidad en Texas en conjunto:
Este pasado febrero, en la región semiárida de West Texas, el comisario de Midland County, Gary Painter, dijo en un ágape de la supremacista blanca John Birch Society que él se negaría a decomisar las armas de fuego de la gente en sus hogares si recibía órdenes de la administración Obama, y se refería como "propaganda" al discurso del Estado de la Unión del presidente. Otros políticos de Texas han suscrito o insinuado durante los últimos años su apoyo a opiniones progresivamente más radicales, incluyendo la secesión de Texas, la inhabilitación de Obama y verter acusaciones de que la soberanía de los Estados Unidos recaerá en manos de las Naciones Unidas.
¿Achacar Oswald al senador Joseph McCarthy? (Aquí en portada de la revista Time, 8 de marzo de 1954). |
Vale, ¿entendido? Dallas era un fortín de desequilibrados de derechas con una considerable herencia. Bien, atención a la forma en que el comunista Oswald es achacado a este bastión:
Lee Harvey Oswald era marxista y no producto de la derechista Dallas. Pero dado que el clamor anti-Kennedy no procedía tanto de marginados radicales como de franjas de la Dallas convencional, hay quien dice que la indignación parecía llegar con las bendiciones oficiosas del municipio. "Era, me parece a mí, un municipio tolerante con el odio y la incitación verbal", dice John A. Hill, de 71 años, que en 1963 era presidente de honor estudiantil de la Southern Methodist University de Dallas. "Había quien se pronunciaba contra eso, pero en general los líderes municipales se mostraban indiferentes a esa tóxica atmósfera".
Quod erat demonstrandum. Mágicamente, la extrema derecha tiene la culpa de las acciones de un agente comunista. El New York Times puede enorgullecerse de su consistencia a lo largo de más de un siglo, por alambicada que sea. (19 de noviembre de 2013)