El gobierno de orientación militar lleva inmerso en una feroz campaña de represión de la Hermandad Musulmana y de los islamistas en general (si bien los hay que por el momento se han curado en salud, como los salafistas de la formación Nour) desde que el General Abdel Fataj al-Sisi depuso a Mohamed Mursi el 3 de julio.
No sólo este ataque ha sido violento, dejando más de un millar de muertos, o jurídico, quedando irregularizada la Hermandad y encarcelada su cúpula, sino que también ha sido en general cultural, económico y religioso. Hasta la más tibia de las alabanzas a la Hermandad Musulmana puede generar problemas, con el vecino cuando no con el país. Un sector muy sustancial de la población es partidario de la represión y la defiende. Unos cuantos de los ejemplos que abundan:
- Mohammed Youssef, el campeón de kung-fu, vio retirado su metal dorado y prohibido su acceso a la competición tras manifestar su apoyo a Mohammed Mursi llevando una camiseta con el símbolo pro-Mursi de una mano abierta y cuatro dedos.
- El General Mohamed Farid el-Tojamy, referente anti-islamista de Mubarak, vuelve tras dos años y medio de deshonor e investigaciones. Se postula en general que hoy es el principal defensor y responsable del intento de destruir a la Hermandad Musulmana. "Era el más radical, el más decididamente opuesto al cambio", afirma un diplomático occidental entre bambalinas. "Habla como si la revolución de 2011 nunca hubiera tenido lugar".
- El activista secular Ajmed Belal, con el apoyo del movimiento Rebelión, instaba al boicot a las empresas propiedad de la Hermandad Musulmana, provocando importantes pérdidas económicas. Algunas empresas propiedad de los salafistas lo tienen aún peor, al ser pasto no solamente del boicot sino de siniestros .
- Después de que los padres denunciaran que los directores y docentes de la escuela vinculada a la Hermandad Musulmana incitaban a la violencia contra policía y ejército, el Ministerio de Educación despidió a 95 de ellos.
La forma en que se desarrolle esta empresa cobra enorme relevancia no sólo para Egipto sino mucho más allá. Si la represión triunfa a la hora de aislar, debilitar y destruir a los islamistas, entonces los demás la replicarán por doquier. Pero si fracasa, la campaña quedará desacreditada y no se repetirá.
Por tanto, todos aquellos de nosotros que deseamos ver destruido el bárbaro movimiento islamista hemos de apoyar la represión de Sisi, si bien distanciándonos de algunas de sus tácticas.