La noticia de la semana pasada de que dos militares musulmanes, James Yee y Ahmad al-Halabi, habían sido arrestados bajo sospecha de ayudar a prisioneros de Al-Qaeda de Guantánamo (con otros tres militares musulmanes bajo vigilancia) pareció provocar una gran sorpresa. No hubiera debido causarla.
Durante meses ha sido evidente que los islamistas que vilipendian a Estados Unidos han entrado en el sistema penitenciario, el sistema judicial y las fuerzas armadas norteamericanas. En febrero, un artículo histórico del Wall Street Journal demostraba que los imanes que consideran a Osama ben Laden "un héroe de Alá" dominan la capellanía islámica del sistema penitenciario del estado de Nueva York.
En marzo, documenté el caso del agente especial del FBI Gamal Abdel-Hafiz: Sus superiores no sólo ignoraron la conducta pro-islamista de este inmigrante, sino que lo ascendieron.
Y al menos seis procesos anteriores de militares islamistas han salido a la luz:
Ali Mohamed: Inmigrante egipcio que después de ser despedido del ejército norteamericano se fue a trabajar para Osama ben Laden, Mohamed se declaró culpable de ayudar a preparar el control del bombardeo de la embajada norteamericana de Nairobi.
Semi Osman: Inmigrante oriundo del Líbano y sin ciudadanía norteamericana que sirvió en el ejército y en la reserva naval, Osmán fue arrestado en 2002 y acusado de "ayuda material a los terroristas". Se declaró culpable de negligencia con las armas y cumplió su sentencia.
Abdul Raheem Al Arshad Ali: Afroamericano convertido al Islam y antiguo marine, espera juicio en la cárcel por suministrar una pistola semiautomática a Semi Osman.
Jeffrey Leon Battle: Afroamericano converso y reservista, Battle espera juicio en la cárcel con cargos de "alistarse en la reserva para recibir entrenamiento militar para utilizarlo contra EE.UU."
John Allen Muhammad: Afroamericano converso y veterano del ejército, Muhammad es sospechoso de arrojar una granada a otro soldado en 1991. Espera juicio en la prisión como uno de los dos acusados por los crímenes de los francotiradores de Beltway.
Hasan Akbar: Otro afroamericano converso, Akbar espera juicio en la prisión por dos cargos de asesinato con premeditación y tres cargos de intento de asesinato en un incidente con granadas de fragmentación en marzo contra sus compañeros del ejército.
El incidente de Akbar movió a Deanne Stillman de la revista Slate a concluir que los islamistas "pueden estar infiltrándose en las fuerzas armadas con el fin de socavarlas".
Esta infiltración tiene también un aspecto frívolo; ahí está el ejemplo de Nabil Elibiary: Islamista que protesta por la "difamación" de Ben Laden y defensor de la poligamia, también dirigía la oración del día festivo en una base del ejército del aire a comienzos de año.
La insistencia del ejecutivo en que el "terrorismo", más que el Islam beligerante, es el enemigo permite tal penetración islamista.
Y la cosa continúa. el Departamento de Defensa replicó la semana pasada al arresto del capellán con la justificación de sus métodos de contratación. Sólo por la presión de fuera, en especial de los senadores Chuck Schumer y Jon Kyl, accedió a reexaminarlos. Incluso entonces, el Pentágono insistió en revisar los nombramientos de todos los 2.800 capellanes - en lugar de los 12 de ellos musulmanes.
¡La corrección política está frenética! ¿Qué capellanes cristianos o judíos serían acusados (como de su colega musulmán Yee ha publicado el Washington Times) de "sedición ayudando al enemigo y espiando, de espionaje y de negativa a acatar una orden general"? Pretendiendo no ver que el enemigo surge de una causa, las autoridades disuelven su centro de atención, hacen su revisión casi inútil, y ponen en peligro la seguridad.
El gobierno de EE.UU. tiene que usar el sentido común y centrarse en el Islam beligerante. Debería tomar en consideración medidas como:
- Romper el contacto con organizaciones (como la Sociedad Islámica de Norteamérica y el Consejo de Militares y Veteranos Musulmanes Americanos) que colocan a islamistas en empleos del gobierno.
- Suspender al personal musulmán empleado actualmente que consiguió sus trabajos por medio de tales instituciones, hasta que su lealtad pueda ser confirmada.
- Trabajar en su lugar con grupos musulmanes antiislamistas, como el Consejo Supremo Islámico de América de los Musulmanes Sunníes y el Congreso Musulmán Americano de los Chiíes.
- Confirmar que los empleados del gobierno musulmanes "respaldan y defienden la Constitución de los Estados Unidos", como muchos de ellos prometen bajo juramento, "contra toda clase de enemigos, nacionales y extranjeros". Hace falta un procedimiento para identificar a los trabajadores con un talante islamista y expulsarlos de los empleos del gobierno.
Irónicamente, el Departamento de Defensa encuentra más fácil matar a islamistas en Afganistán que excluirlos de sus propias filas. Pero sólo si se hace esto último pueden los norteamericanos confiar en que su gobierno está protegiéndolos completamente.