Oriente Próximo reviste especial relevancia para el terrorismo. Es la región que alberga al mayor número de actores practicantes del terrorismo, y se promueve el abanico más amplio de ideologías. También es testigo del mayor número de incidentes de carácter internacional con diferencia. Además, la mayoría de las tendencias nuevas se desarrollan primero en Oriente Medio y luego se contagian a otras zonas.
La adopción de métodos terroristas por parte de autoridades es quizá la novedad más importante de los últimos años. La violencia de móvil político contra no combatientes ha evolucionado en Oriente Medio, pasando de ser una herramienta utilizada exclusivamente contra el Estado a convertirse en un instrumento del Estado. Además de ayudar a los grupos clandestinos a combatir a la autoridad central, el terror sirve hoy a los estados débiles contra los más poderosos. En este sentido constituye una forma novel de conflicto militar. Este avance hace al terrorismo mucho más relevante a nivel político de lo que sería de haber seguido confinado a pequeñas organizaciones clandestinas.
El siguiente estudio ofrece un análisis político-militar de los principales patrocinadores del terrorismo en Oriente Medio. La muestra abarca tres estados - Libia, Irán y Siria - y un movimiento, la Organización para la Liberación de Palestina. Si bien obviamente no es un estado, la OLP merece inclusión porque, desde el punto de vista del uso del terrorismo, es más parecido a un gobierno que al movimiento tradicional que defiende la recuperación del territorio histórico. Sus recursos económicos recuerdan a los de un estado, y su amplio reconocimiento diplomático (mayor que el de Israel) le concede una presencia internacional extraordinaria. Además, la OLP ha controlado enormes áreas del territorio a lo largo de períodos prolongados de tiempo, tanto dentro de Jordania como en el Líbano.
Comencemos por una evaluación de la eficacia de los cuatro patrocinadores, considerando a continuación las razones de sus trayectorias tan distintas.
Libia
El objetivo de Mu'ammar al-Gadafi desde el momento en que llegó al poder en septiembre de 1969 fue convertirse en el líder más poderoso de Oriente Próximo. Caballero de opiniones radicales y de temperamento turbulento, siguió la solución radical a un amplio abanico de cuestiones, incluyendo Israel, el islam y la sociedad ordenada. (Sus opiniones relativas al último punto se incorporaron a la "Tercera vía" que detalló ampliamente e intentó aplicar en Libia). Pero tres limitaciones frustraron sus ambiciones: la población reducida y elemental de Libia, la dificultad de traducir en poder la liquidez (fruto de la venta de crudo) y la oposición generalizada a sus opiniones, fuera de Libia sobre todo.
El terrorismo ofreció una forma de solucionar todos estos problemas. Exigiendo sólo de unos cuantos agentes, solucionaba el problema de la limitación demográfica. Dado que se pueden contratar extranjeros para llevar a cabo las operaciones, permite que el dinero tenga buen uso. Y facilita la intervención directa muy lejos, posibilitando estar activo y ejercer presión en todo el mundo.
En consecuencia, el gobierno libio empezó a patrocinar el terrorismo poco después de llegar al poder Gadafi. Los disidentes libios en el extranjero y los israelíes son los que sintieron la ira de Gadafi con mayor frecuencia, pero también la sintieron los árabes que tenían diferencias con él, en la misma medida que los musulmanes y los occidentales. Hacia 1975-76, la mano de Gadafi se sentía casi en todas partes - en Oriente Próximo y Europa Occidental en especial, pero también en África, las Américas y el sur del Pacífico.
Pero Gadafi demostró ser mejor creando artificios que alcanzando objetivos políticos. Sus acólitos mataban gente y atraían la atención, pero en el ínterin no cambiaba nada. Los disidentes libios siguieron trabajando contra el régimen de Trípoli; los israelíes soportaban los atentados de patrocinio libio; los vecinos de Gadafi sobrevivían a sus tenaces esfuerzos de subversión; los dictadores musulmanes sobrevivían a sus intrigas; y los gobiernos occidentales democráticos mantenían sus principios. En resumen, el considerable potencial del terrorismo se le escapaba a Gadafi. En consecuencia, su confianza en esta herramienta decreció, a partir de mediados de la década de los 70. No ha sido reemplazada satisfactoriamente, sin embargo, por otra cosa. Este fracaso explica en gran medida la evidente frustración de Gadafi los últimos años.
La OLP
La Organización para la Liberación de Palestina aspira a destruir el Estado de Israel y reemplazarlo por una entidad política palestina independiente bajo su propio control. Fundada en 1964, la OLP empezó siendo una herramienta del gobierno egipcio. La derrota abrumadora de tres ejércitos convencionales en la Guerra de los Seis Días de junio de 1967, sin embargo, hizo que los árabes buscaran un arma alternativa contra Israel; y esto es lo que ofrecía la OLP, con sus nociones románticas de combate individual. Con el apoyo de los gobiernos árabes y comunistas, la organización se transformó rápidamente de movimiento de segunda fila en uno de los actores más relevantes de la política de Oriente Próximo.
Pero era débil militarmente. De manera que en lugar de vérselas con las formidables Fuerzas de Defensa de Israel, los palestinos desarrollaron una forma alternativa de destruir a Israel, apoyada en el terrorismo. Inspirada por el argelino Front de Libération National (y por el Vietcong en menor medida), la OLP esperaba hacer la vida cotidiana tan miserable para los civiles israelíes que con el tiempo renunciaran y abandonaran el país. Esta estrategia permitía, hasta alentaba, los atentados contra inocentes e indefensos - de ahí la larga trayectoria de masacrar menores de edad entre otros civiles por parte de la OLP.
La OLP considera a los israelíes colonos extranjeros que, como los pieds noirs, optarían por marcharse cuando la factura fuera lo bastante elevada. Pero en esto subyace un error elemental de concepción, dado que a diferencia de los franceses en Argelia, pocos israelíes tenían otro hogar al que volver. Además, los judíos vivían en Palestina no sólo por motivos de conveniencia y beneficio, como los franceses en Argelia, sino por poderosas razones nacionalistas y religiosas. La interpretación errónea de la OLP significaba que sus actos de violencia fracasaron a la hora de surtir el efecto esperado. Los israelíes perdieron la vida, pero la relevancia de las muertes no se alcanzaba.
De hecho, a través del terror la OLP logró muy poco. Los actos perpetrados eran espectaculares, la atención era enorme, pero los resultados eran insignificantes. Las concesiones o los cambios de política por parte de Israel no eran inmediatos. La organización tenía mucho de lo que presumir, claro - sus múltiples representaciones diplomáticas, la legitimidad aceptada de forma general, el enorme pesebre de fondos - pero esto era producto de su amplio apoyo entre los estados árabes, no de la muerte de inocentes. Los palestinos tenían un objetivo estratégico para el terrorismo, pero era defectuoso, y este defecto redujo mucho el impacto de los esfuerzos de la OLP.
Irán
La República Islámica de Irán lucha por exportar su lectura extremista y excéntrica del islam fundamentalista por Oriente Próximo y el mundo musulmán. Aspirando a la reorientación básica de la vida pública según líneas estrictamente islámicas nada menos, se ha valido de todos los métodos disponibles para alcanzar este objetivo.
A su llegada al poder en febrero de 1979, el ayatolá Jomeini y los suyos esperaban que la exhortación moral bastara para levantar a las masas musulmanas en el extranjero, tumbando así lo que se consideraban regímenes musulmanes hipócritas. La encendida retórica del ayatolá sí surtió impacto, sobre todo tras la toma de La Meca en noviembre de 1979 (cuando la airada respuesta de Jomeini condujo a los ataques contra las embajadas de los Estados Unidos en media docena de países). Pero las palabras por sí solas no deponen a ningún gobierno; así que para capitalizar sus esfuerzos a nivel internacional, los iraníes comenzaron a ayudar a los grupos extranjeros hacia finales de 1979. Se implicaron en el sabotaje antigobierno y los intentos golpistas (sobre todo en Bahréin, Irak y Arabia Saudí). Pero Irak atacaba a Irán en septiembre de 1980 y el principal objetivo durante ocho años fue la derrota de Irak. Falto de fondos y de mano de obra, el lujo del patrocinio de las empresas convencionales a la hora de cambiar los regímenes extranjeros se vino abajo.
En lugar de eso, Teherán recurrió al terrorismo. Esta herramienta tenía las ventajas de necesitar poco dinero y contados agentes; al mismo tiempo, daba cuenta de algo que Irán tenía en abundancia - incondicionales devotos. (Pero hasta Jomeini carecía de los suficientes incondicionales, sin embargo, de forma que su gobierno tuvo que desarrollar un poderoso mecanismo nuevo, la institución del terrorismo suicida, para mantener el ritmo de oferta constante de reclutas).
Los líderes iraníes desplegaron el arma terrorista con inteligencia y sentido estratégico. En consecuencia, Teherán alcanzó parte de sus objetivos políticos a través del terror. Ello ha hecho huir despavoridos a algunos estados más - incluyendo Turquía y Pakistán. Muchos de los pequeños estados del Golfo Pérsico realizan esfuerzos insospechados por dar cabida a los caprichos iraníes y muchos estados musulmanes han apaciguado al ayatolá, esperando salvarse de sus agentes de esta forma. La influencia occidental se ha visto reducida en varios países de Oriente Próximo.
Los esfuerzos iraníes se han venido concentrando en el Líbano, y con razón, dado que hay una guerra civil abierta allí desde 1975 que expone al país de forma inusual a la influencia iraní. La anarquía en el Líbano ofrece una libertad de acción prácticamente sin límites y evita la responsabilidad; en consecuencia, la mayoría de las operaciones terroristas de Teherán han procedido del Líbano, que también es la sede de sus campamentos de entrenamiento. Además, los años de guerra han alimentado el reflejo fundamentalista, de forma que la mayoría de los actos de terror han sido perpetrados por libaneses chiítas. La fluidez política del país ofrece también la posibilidad de alumbrar una segunda república islámica.
Las acciones iraníes amenazan a los occidentales con especial saña. Como ilustración de esto, debería recordar una experiencia personal que tuvo lugar en marzo de 1988, cuando formaba parte como delegado de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Ginebra. Como parte de mis deberes, llevaba la cartera de Irán - asistía a encuentros relativos a esta cuestión y negociaba en nombre de los Estados Unidos. La comisión aprueba anualmente una resolución presentada por un estado de Europa Occidental que condena los abusos de los derechos humanos en Irán. Pero aquel año, a causa del terrorismo iraní generalizado contra británicos, franceses y alemanes entre otras nacionalidades, ningún estado de Europa Occidental daba un paso al frente para presentar la resolución iraní. Ah sí, todos iban a votar a favor; pero en términos de las Naciones Unidas, votar no lo es todo. Presentar una resolución es una acción más cargada, y por costumbre cada resolución es presentada formalmente por un estado miembro.
Un ligero aire de pánico se contagiaba cada vez que la cuestión de Irán surgía por casualidad en un encuentro de estados occidentales. Los dos tercios de los representantes abandonaban la estancia cuando el fatídico nombre se mencionaba, no queriendo asociarse de ninguna forma a la introducción de la resolución. El delegado francés se escabullía de la estancia, sonriendo de forma forzada mientras decía tener una reunión "urgente" (obviamente inexistente). El embajador japonés musitaba: "Quiero escapar". Los delegados de Alemania Occidental e Italia salían prematuramente sin decir una palabra. ¿Por qué se levantaban de esta forma? Porque los gobiernos a los que representaban temían más actos de terror de Teherán. Cuando llegaba el momento de votar en contra de la trayectoria soviética de abusos de los derechos humanos en Afganistán, apenas se podía contener a los europeos, que esperaban impacientes el momento de presentar la resolución. En lengua vernácula, que tenían mucho más miedo a cruzarse con los ayatolás que con el Kremlin.
Éste es un uso eficaz del terrorismo. La aprehensión generalizada en Occidente como consecuencia del decreto de Jomeini contra Salman Rushdie puso en evidencia el poder de esta amenaza a una escala mucho más amplia.
Siria
Por último, veamos el gobierno sirio. Hafiz al-Asad pretende controlar o tener la influencia definitiva sobre todos los territorios que componen la región conocida como la Gran Siria - el Líbano, Palestina y Jordania, además del territorio sirio.
Asad empezó a hacer uso del terror de estado de forma significativa unos años después de su llegada al poder en noviembre de 1970, y el uso juicioso por su parte de este instrumento ha seguido siendo un elemento muy presente de su administración. Asad nunca se jacta ni se entrega a espectáculos mediáticos y siempre respeta escrupulosamente los tiempos. Actúa con gran secretismo, dejando abierta la posibilidad de alcanzar acuerdos públicos que mejoren su reputación. El sello de Asad es un uso cuidadosamente calculado, discreto y prudente del terror.
Brilla por su ausencia la vinculación normalmente clara entre patrocinador y agentes. Damasco controla un gran número de grupos; son éstos los que perpetran las operaciones terroristas en lugar del gobierno sirio. Las organizaciones que actúan por encargo sirio incluyen el Partido Nacionalista Social Sirio, el Ejército Secreto Armenio para la Liberación de Armenia, el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), el Partido Socialista Progresista (druso), el Frente Democrático de Liberación de Somalia, el Frente de Liberación de Eritrea o los múltiples grupos palestinos que ha metido bajo el estandarte del Frente de Salvación Nacional Palestino. Otros (como el terrorista del Papa, Mehmet Alí Ağca) también reciben entrenamiento en Siria. Muchas organizaciones así tienen su base en el Valle de la Biqaa en el Líbano (bajo control sirio), lo que pone distancia entre Damasco y ellos.
El patrocinio indirecto ofrece varias ventajas a Asad. Le permite acudir a un mayor número de particulares y organizaciones; puede desmentir de forma más plausible la autoría cuando el agente es sorprendido; y le permite interpretar el papel de intermediario entre los grupos y los gobiernos extranjeros. Puede mantener relaciones decentes con muchos estados más - incluso con aquellos cuya ciudadanía sufre sus envites.
Los esfuerzos de Asad han tenido un éxito notable, dado que el uso del terror por su parte afecta con frecuencia a las políticas de otros estados. En el conflicto árabe-israelí, es instrumental a la hora de impedir que los estados árabes adopten políticas más abiertas hacia Israel. En el Líbano, ayuda a Damasco a controlar la mayoría del país. En el Golfo Pérsico mantiene el dinero en movimiento. Con Libia e Irán, impulsa una alianza por lo demás frágil. Al mejorar la influencia siria, el terrorismo eleva el valor de Asad para la Unión Soviética; en concreto, el terrorismo contra Turquía ayuda a desestabilizar un socio clave de la Organización del Tratado Atlántico Norte.
En ninguna parte, sin embargo, el impacto es mayor que frente al gobierno jordano. Puede decirse que la relación sirio-jordana está totalmente dominada por la amenaza del terrorismo de Siria. Una ronda de ataques comenzó a finales de 1983: en la India (donde se atentó contra la vida del embajador jordano con un disparo) el 25 de octubre, en Italia al día siguiente (el embajador resultó herido de gravedad), en Grecia durante el mes de noviembre (un vigilante de seguridad resultó muerto) y en España el 29 de diciembre (disparos de automática de 9 milímetros contra dos trabajadores, uno perdió la vida y el otro salió herido de gravedad). El grupo de Abú Nidal - afincado en Damasco - estuvo implicado en todos estos casos.
Los atentados cedieron después, sólo para volver a empezar cuando el monarca al-Husayn y Yasir Arafat alcanzaron un acuerdo el 11 de febrero de 1985 para trabajar juntos, pacto al que eran muy contrarios los gobiernos soviético y sirio. Piense lo que pasó después: 11 jornadas más tarde, comenzaba una retahíla de atentados terroristas repartidos en cuatro meses. Incluyeron la bomba contra el Centro Estadounidense de Investigación de Ammán; la explosión de un aparato de la aerolínea jordana, Alia; una granada de mano arrojada contra las oficinas de Alia en Atenas; un proyectil de mortero contra la embajada jordana de Roma; un mortero contra un aparato de Alia en Atenas; un aparato de Alia secuestrado en Beirut y volado por los aires; un atentado con explosivos contra las oficinas de Alia en Madrid; y el asesinato en Turquía de un diplomático jordano que casualmente resultó ser el cuñado del jefe del estado mayor jordano.
Esta campaña sitió Ammán; y jugó un papel relevante en la anulación de los acuerdos entre Jordania y la OLP en febrero de 1986.
Conclusiones
Dos observaciones se desprenden de los patrones descritos aquí. En primer lugar, cuando se juzga en función de sus objetivos, los cuatro patrocinadores principales del terror han salido parados de forma muy diferente. Gadafi sigue estando imposiblemente lejos de convertirse en el político más poderoso de Oriente Próximo; Arafat tiene escasas perspectivas de fundar un estado palestino; Jomeini tiene alguna posibilidad de ampliar la Revolución Islámica; y Asad ha ido avanzando bastante hacia el control de la Gran Siria. Curiosamente, este elenco que va de la frustración al logro plasma con exactitud sus frutos obtenidos del terrorismo.
En segundo lugar, el fracaso o el éxito varían en función de la coordinación entre medios y fines. Gadafi es el que menos importaba, dado que no tenía estrategia. Siendo el líder más radical de esta parrilla, sólo tenía el más vago de los objetivos. Recurría a la violencia como fin en sí mismo y siempre estaba activo, aun cuando no había objetivo aparente. La OLP tampoco logró gran cosa del terrorismo (si bien bastante más de otras actividades suyas), dado que siguió una estrategia errónea. Atrapada entre la retórica y el drama del terror, inventó incidentes de la nada e insistió en el uso del terror mucho después de que éste arma demostrara ser contraproductiva.
En contraste, el gobierno iraní hizo uso del terrorismo como forma de sacudir la región y hasta retar a Estados Unidos. Los iraníes tenían objetivos claros y el terror los promovía. El uso sirio ha sido el más diestro. Hafiz al-Asad sabía lo que quería y utilizó la violencia con habilidad. Asad pasó a ser un importante actor en cuestiones regionales - actuaba y los demás reaccionaban - a causa sobre todo del uso inteligente del terror.
El factor crítico de esto se refiere a la habilidad de unir fines con medios. Los líderes disfuncionales practican el asesinato como fin en sí mismo; los que tienen éxito integran el terrorismo dentro de una estrategia más amplia. Es en este sentido que Asad es el más competente y Gadafi el menos. Asad tiene invariablemente una noción clara de lo que intenta lograr; utiliza el terrorismo igual que utiliza cualquier otro instrumento del Estado. Gadafi, un extremista incapaz de centrar su atención en una única cuestión mucho tiempo, tiene ideas confusas o demasiadas ideas, y por eso planifica pocas veces. Se regodea en la casquería y el caos, y parece disfrutar de ellos en sí mismos. Asad centra sus opciones en unos cuantos objetivos vulnerables, Gadafi dispersa las suyas por todo el mundo. Uno tiene en mente objetivos concretos, el otro pretende desatar revoluciones.
Dicho de otra forma, la eficacia es inversamente proporcional al extremismo del líder. Un temperamento apasionado dificulta controlar la herramienta terrorista; hace más probable la indulgencia emotiva, más bien. La utilidad de una empresa terrorista queda determinada en gran medida por la visión y la sutileza del líder, y su capacidad de vincular política con estrategia.
Estas observaciones insinúan una importante implicación política para Occidente: en lo que respecta al terrorismo, hay que prestar más atención a Siria y a Irán, menos a Libia y la OLP. La OLP y Libia acapararon la atención al principio, porque tenían el terreno para ellos solos hasta finales de los 70. Pero a estas alturas son juguetes rotos; la entrada de Siria y de Irán les convierte en los dos patrocinadores que más cuentan.