Aun tras sus muchos años en el poder, el Coronel libio Muamar al Gadafi sigue imponiendo su voluntad política a un ritmo frenético. Las iniciativas más recientes comprenden: la práctica la demolición de la campaña por la reelección del Presidente Carter a través de los pagos realizados a su hermano Billy; anunciar la unión política con Siria; brindar apoyo a Irán poco después de que Irak atacara; acusar a Arabia Saudí de colocarse voluntariamente "bajo ocupación norteamericana" (provocando la ruptura de las relaciones); crear un conflicto psicológico con los cazas estadounidenses de reconocimiento cerca de las costas líbias; amenazar a Malta a cuenta de las prospecciones petroleras en aguas disputadas; sobornar al gobierno chipriota para que acepte un repetidor de las emisiones radiofónicas libias; y trasladar efectivos libios al sur del Chad para controlar el país e imponer la unión política. Más recientemente, Gadafi se ha relacionado con el estallido de violencia de un grupo musulmán en el norte de Nigeria que deja más de un centenar de muertos.
Son sólo los detalles más recientes del gran plan para Libia. Gadafi se ha implicado personalmente en todo conflicto en Oriente Próximo, en causas musulmanas tan distantes como las Filipinas, y en movimientos "de liberación" en todo el mundo. Libia ocupa un papel clave en la OPEP, hace de arsenal de armas soviéticas y aspira a contar con armas nucleares propias. Tales acciones no han pasado desapercibidas; han hecho de Libia, un país de tres millones de habitantes, una fuerza inesperadamente poderosa en el mundo.
El papel de Gadafi
Y Gadafi puede reivindicar el mérito de ello. Antes del descubrimiento de los yacimientos en 1959, Libia era un estado rudimentario y subordinado a nivel político a la ayuda norteamericana y británica y a nivel económico dependiente de una mano de obra no cualificada con una renta anual per cápita de 30 dólares. El monarca libio Idris no logró sacar ninguna tajada política o económica del crudo nacional, y cuando Gadafi se hizo así con el país en un golpe incruento el 1 de septiembre de 1969, heredó un estado rural sin ambiciones internacionales. Gadafi no perdió el tiempo a la hora de imponer su visión al país. El nuevo orden se intuyó lo bastante estable a los pocos meses para instituir una constitución provisional, desafiar el control de las petroleras sobre la producción y los precios y expulsar a británicos y estadounidenses de sus destinos libios.
Jubiloso por estos éxitos iniciales, Gadafi entró de lleno en los asuntos internacionales y de la noche a la mañana convertía a Libia en un actor de peso en la escena mundial. La nueva relevancia de Libia brotaba enteramente de sus yacimientos, sin los cuales su influencia no sería mayor que la de, pongamos, Níger o el Chad. Pero miles de millones de dólares en crudo no justifican la fuerza libia por sí solos: Kuwáit o Abú Djabi disfrutan de ingresos comparables a los de Libia pero interpretan papeles secundarios en la política internacional; sus líderes carecen de ánimos para intervenir con resolución. Carecen de los objetivos ambiciosos de Gadafi.
Él tiene realmente un objetivo. A pesar de su fama de excéntrico, hasta desequilibrado, Gadafi lleva doce años siguiendo políticas consistentes. Manifiesta tres pasiones: El islam y el arabismo; los consejos populares y el socialismo islámico; y la agitación revolucionaria. El patriotismo intenso como musulmán y árabe define la identidad de Gadafi. Impulsa continuamente la causa del islam, ya sea imponiendo ordenanzas islámicas en Libia, instando a los musulmanes de todas partes a hacer lo propio, o ayudando a los musulmanes en conflictos contra no musulmanes. Los árabes, al practicar el idioma del Corán, ocupan un lugar especial en el islam y sirven de ejemplo a los demás musulmanes. La unidad árabe es el primer paso hacia la hermandad islámica.
Gadafi combate con hostilidad implacable a cualquier cosa que se interponga al islam o al arabismo. No perdona a los europeos haber colonizado tanto del mundo musulmán e imponer luego lo que considera sus costumbres corrompidas y débiles. Condena a Estados Unidos por explotar a los musulmanes económicamente y califica a Israel de culmen del imperialismo occidental - no sólo control político de un territorio sino su asentamiento de europeos y posterior expulsión de sus moradores musulmanes. La existencia tenaz de Israel simboliza la impotencia de los árabes y musulmanes, resultado de sus divisiones internas. La destrucción de Israel será en la misma medida el catalizador y el símbolo de la unidad musulmana y árabe.
Para orientar las cuestiones administrativas en Libia y en todo el mundo, Gadafi ha desarrollado una ideología política propia. Está convencido de que los consejos populares y el socialismo islámico propuestos en sus Libros Verdes pueden resolver los problemas perennes del reparto del poder y la riqueza. Ni democráticas burguesas ni autoritarias marxistas, ni capitalistas ni comunistas, sus ideas constituyen una "tercera teoría". Desde la aparición de su tercera vía en 1973, Gadafi ha insistido progresivamente en su implantación en Libia y en otros países donde ostenta influencia; su entusiasmo por los Libros Verdes podría llegar a eclipsar ya su devoción al Corán. Esto explica las ordenanzas cada vez más erráticas referentes al islam que emanan de Libia (como el cambio en el primer año del calendario islámico del 622 d.C. al 632). Aunque la antipatía de Gadafi tanto hacia el capitalismo como el comunismo insinuaría una postura neutral hacia las grandes potencias, en la práctica tiene debilidad por el bloque soviético, dado que Occidente se asocia al colonialismo y al apoyo a Israel, mientras que la Unión Soviética arma y apoya al gobierno de Gadafi.
Gadafi sí habla alguna vez de la tesitura de las minorías musulmanas en países comunistas, Yugoslavia y Bulgaria en especial. No ha hablado públicamente de los musulmanes en la Unión Soviética, no obstante, si bien han visto la luz informaciones de que durante un encuentro con Breznev en Moscú en 1977 planteó este tema: "Breznev planteó al parecer la posibilidad de abrir un consulado soviético en Bengasi, a lo que Gadafi dijo que no pasaría nada siempre que Libia pudiera abrir uno en Tasjkent. Cuando Brezhnev preguntó el motivo de ser Tasjkent, Gadafi dijo al parecer: 'Porque entiendo que hay muchos musulmanes en esa región de Rusia [sic] y me gustaría ocuparme de ellos'. La cuestión nunca volvió a plantearse de nuevo".
Por último, Gadafi se siente fuertemente atraído hacia ideas revolucionarias; por razones de talante, no puede soportar la estabilidad. En su vida privada, en la política libia, en el mundo en general, Gadafi genera turbulencias constantemente, altera el estatus quo y se deleita en la intervención en si misma. Ningún dictador ha renunciado tantas veces, ha intentado unirse a otros países con tanta frecuencia, ni se ha entrometido tan irresponsablemente en todo el mundo. Esta debilidad personal contribuye en gran medida a explicar la efervescencia de la política libia desde 1969.
Traduciendo estos principios a la acción, Gadafi ayuda a los musulmanes contra los no musulmanes, a los árabes contra los que no son árabes, a los revolucionarios contra el estatus quo, a los republicanos contra los monarcas y absolutamente a cualquiera que odie a Israel.
Las decisiones difíciles pocas veces se plantean. La Argelia revolucionaria apoya la creación de un nuevo país árabe independiente del Sáhara Occidental por parte del Polisario; el monárquico Marruecos lucha por incluir el Sáhara Occidental en sus fronteras. Gadafi se debatió durante meses; si bien desaprueba dividir más el mundo árabe con la creación de un país nuevo, simpatiza de forma instintiva con el Polisario. A la hora de hacer cuentas, Gadafi se dejó llevar por sus emociones y Libia aportó la mayor parte del matériel del Polisario durante unos años. El apoyo al gobierno etíope contra los secesionistas eritreos después de 1975 también se tradujo en que había que anteponer la emoción a la ideología. Pero tales dilemas han sido contados; casi siempre, los gustos de Gadafi han sido totalmente predecibles.
Actividades globales
De hecho, el barroco rasgo de las acciones de Gadafi es producto de su total certidumbre y constancia. Está totalmente decidido y comprometido; tiene una visión de la verdad y hará todo lo que esté en su poder para impulsarla. El Coronel, por ejemplo, alienta cualquier medida contra Israel, se opone al estado judío en todos los foros internacionales, apoya el terrorismo sin límite por inapropiado que sea y hasta propone tramas como torpedear el crucero Queen Elizabeth II por llevar judíos a Israel a celebrar el vigésimo quinto aniversario de ese país. Es incuestionablemente fanático pero pocas veces errático, impredecible o deshonesto.
En cierto sentido, Gadafi recuerda a otros dos déspotas vivamente excéntricos, Idi Amin y Jean-Bedel Bokassa. Como ellos, ha patrocinado una larga lista de actividades nocivas y grotescas y se burla de la desaprobación mundial. ¿Quién sino Gadafi desenterraría los restos humanos de los italianos enterrados en Libia, construiría una muralla de 60 metros de cemento para protegerse de un vecino (Egipto) o firmaría un acuerdo de defensa común con Guinea? Por momentos parece un personaje de una ópera bufa o de una novela de Evelyn Waugh.
Pero Gadafi tiene más miga. A diferencia de Amin o de Bokassa, no muestra ninguna preferencia personal por el barbarismo o la crueldad. Libia ha sido testigo de pocas atrocidades desde 1969 y su represión es moderada en función del estándar mundial. De hecho, las ejecuciones políticas no parecen haber tenido lugar hasta abril de 1977, más de siete años después de llegar al poder Gadafi. Aunque la brutalidad nacional creció en 1980, sigue estando muy lejana con respecto a los recientes estragos de Uganda, África Central o Guinea Ecuatorial, y no digamos de Indochina. Además, donde Amin y Bokassa levantaron cultos a la reputación, Gadafi tiene una ideología y actúa según sus principios. En contraste con las costumbres rimbombantes de Amin o Bokassa, Gadafi vive con modestia. Últimamente, no obstante, viene levantándose en torno a Gadafi un culto al personaje; entre otras muestras de adulación, acepta la adoración como mesías de los Niños de Dios, un movimiento evangelista americano pop marginal. Por último, equiparar a Gadafi con Amin o Bokassa implica erróneamente que se trata de una figura de relevancia regional exclusiva. Él es mucho más.
Libia tiene unos ingresos sustanciales del crudo (llegando a alcanzar los 20.000 millones de dólares al ejercicio) pero una población minúscula no cualificada de unos tres millones de habitantes. A partir de este extraño maridaje, Gadafi ha inventado métodos novel de emprender una política exterior aventurera apoyada no en los recursos humanos, sino en la riqueza y en la voluntad. Las empresas exteriores de Gadafi implicarán invariablemente regalar dinero, comprar servicios extranjeros y el uso enérgico de las limitadas facultades de Libia.
Libia ayuda a los grupos de la oposición y al gobierno casi equitativamente. Más de cuarenta gobiernos habrían recibido dinero para fines no militares; aunque la mayoría de ellos son árabes o musulmanes, Gadafi hace esfuerzos denodados por llegar también a otros países. Algo de dinero se destina a causas humanitarias, como atender a las víctimas de inundaciones y terremotos de Pakistán o alimentar a poblaciones castigadas por la hambruna de Somalia. Enormes sumas se destinan al desarrollo económico; una planta térmica en Sudán, o un amplio abanico de empresas conjuntas (logística, firmas comerciales, fábricas, explotaciones agrícolas). Sucursales de entidades bancarias libias mixtas han abierto en dieciocho países; centros islámicos, centros culturales y mezquitas se han construido en todo el mundo con fondos libios. Gadafi ha llegado a proporcionar un préstamo a la construcción de una mezquita para estadounidenses musulmanes negros a cambio de la adopción por su parte de una forma menos idiosincrática de islam.
Regalos modestos ganan voluntades en lugares distantes. Los países más pobres de África (Burundi, Madagascar, Ruanda, Togo) obtienen ayuda al desarrollo, Sri Lanka ingresó un millón de dólares a cambio de acoger la conferencia de no alineados de 1977, y Tonga tiene previsto ampliar la pista principal del aeropuerto de Fua'amotu con 3 millones de dólares de Libia. Tres gobiernos izquierdistas del Caribe casi en bancarrota (Granada, la Guayana y Jamaica) aceptaron recientemente ayuda de urgencia, mientras los satélites soviéticos más próximos a Libia (Angola, Etiopía y Yemen del Sur) también rentabilizan la generosidad libia. Los seis vecinos fronterizos de Libia han aceptado su dinero para fines no militares, al igual que todos los países que limitan con Israel.
La ayuda militar también se distribuye generalizadamente. Aunque Gadafi aseguró reiteradamente a Francia que no se habían facilitado cazas Mirage libios a Egipto entre 1971 y 1974, el Presidente Sadat reveló más tarde que sí. Cuando Israel abatió cinco cazas sirios MiG en junio de 1979, Trípoli se ofreció a reemplazarlos inmediatamente. Efectivos turcos podrían haber utilizado armas libias durante su invasión de Chipre en 1974. Tras el tratado de paz egipcio-israelí, Gadafi ofreció amplio apoyo militar a Sudán si Yafar an-Numayri rompía con Sadat. Las Maldivas recibieron dos buques radar destinados a sus guardacostas. Unas cuantas armas actualizadas han marcado una gran diferencia para las fuerzas armadas de países como Burundi, África Central, Mauritania o Níger.
Gadafi premia a los gobiernos de otras formas también. Vende crudo, a precios más competitivos, como favor a explotarse con fines políticos. Las amenazas de un boicot petrolero convencieron al filipino Ferdinand Marcos de aceptar la mediación libia en su lucha con los rebeldes musulmanes. La venta de crudo bajo cuerda a Malta tuvo sometido a Dom Mintoff durante años. Un pequeño gesto de generosidad puntual puede dejar una gran impresión: Gadafi se granjeó el favor de Sri Lanka pagando por adelantado cuatro años de té. Las autoridades libias obtienen influencias también pagando precios por encima del mercado por el amplio abanico de bienes y servicios extranjeros que compran. Cuando adquieren productos como acero, cemento o alimentos, homogéneos en calidad y uniformes en su precio, los funcionarios libios eligen a menudo al vendedor que más se presta a cooperar políticamente.
Libia precisa de decenas de miles de técnicos, docentes, secretarias, peones y trabajadores sin cualificación; la intensa competencia internacional por proporcionar esta mano de obra vuelve a permitir a Gadafi obtener concesiones políticas. Egipto y Túnez proporcionan a Libia la mayor parte de la mano de obra durante la década de los 70, pero las crisis con estos dos países (la paz con Israel, el episodio de Gafsa) condujeron a la contracción de su población activa en favor de los peones de Turquía, Pakistán, la India y otros países del extremo oriente. Tal diversificación granjea influencia y prestigio a Libia en muchos países, al tiempo que reduce su exposición a un único proveedor.
Libia invierte muy poco en los países menos desarrollados, optando por los mercados más grandes y estables de Occidente. También aquí Gadafi explota la influencia de su dinero, si bien con menos éxito normalmente. Por ejemplo, cuando el periódico italiano La Stampa publicó en 1974 una sátira de Gadafi, Gadafi exigió el despido de su editor judío y amenazó con romper relaciones diplomáticas con Italia si no era satisfecho; no lo fue y la indignación se calmó. Dos años más tarde, en un suceso relacionado quizá, Libia adquirió acciones de Fiat, matriz de La Stampa, por valor de 413 millones de dólares.
Debido a sus tendencias anarquistas, Gadafi apoya a muchos movimientos de oposición como si fueran gobiernos asentados. En este capítulo, el componente musulmán de la ideología de Gadafi se manifiesta con más claridad. En el Chad, los rebeldes musulmanes que se levantaron en 1966 contra el gobierno central de cristianos y animistas recibieron ayudas importantes de Gadafi a partir de 1970. Los secesionistas eritreos retratan sus esfuerzos como movimiento musulmán para obtener el apoyo libio frente al gobierno central de la cristiana Etiopía. En la guerra civil libanesa de 1975-1977, Gadafi respaldó por supuesto a la facción musulmana, el Frente Nacional. Parentescos musulmanes parecidos obligan a Gadafi a prestar apoyo sin límites a la OLP. Más al Este, ayuda a los rebeldes musulmanes de Tailandia y las Filipinas.
Gadafi también apoya a los activistas musulmanes que combaten a los gobiernos encabezados por musulmanes menos ortodoxos. Ayuda a varias organizaciones musulmanas revolucionarias de Egipto con la esperanza de que alguna de ellas asesine a políticos egipcios importantes o lleve a cabo un golpe. Antes de que las relaciones libias con el gobierno turco se caldearan, Gadafi era acusado de ayudar a sus rivales musulmanes fundamentalistas. Afloraron informaciones de que Gadafi financiaba al grupo armado que se hizo con la Gran Mezquita de La Meca en noviembre de 1979; los dos libios presentes eran agentes suyos. El apoyo libio a la oposición islámica al sha comenzó a mediados de los años 70, y Gadafi reivindica hoy haber sido el primer líder fuera de Irán en apoyar a Jomeini. Y en demostración de que el islam puede ser más importante para Gadafi que las alianzas geopolíticas, armas libias fueron enviadas durante un tiempo a grupos islámicos que combatían al gobierno en Afganistán tras el golpe de respaldo soviético de abril de 1978.
Muchos regímenes árabes no llegan a cumplir los estándares de Gadafi, de manera que a menudo instiga golpes. Se le acusa de intentar derrocar a los gobiernos de Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Sudán y Jordania - y de intentar hacerlo más de una vez en muchos casos. Si bien el gobierno libio normalmente desmiente cualquier implicación en estos golpes frustrados, a veces descubre su mano mientras se llevan a cabo. El rey Hasán de Marruecos estuvo a punto de perder su vida en una conspiración en 1971, época en la que Gadafi disponía sus efectivos en alerta y anunciaba su disposición a ayudar a los rebeldes caso de que las fuerzas "reaccionarias" desafiaran su gobierno; para decepción y notoria vergüenza de Libia, el rey Hasán recuperó rápidamente el poder. La conspiración contra el gobierno sudanés que se desarrolló en julio de 1976 se desencadenó en Libia, donde los autores materiales recibieron instrucción militar, armamento y cuartel; mientras el golpe se llevaba a cabo, Gadafi despachó cazas libios sobre Jartum.
Herramientas de influencia global
Gadafi tiende apoyo a casi todo movimiento separatista de Europa Occidental que recurre a él, incluyendo a los grupos secesionistas canarios, vascos, norirlandeses, escoceses, daneses, bretones, corsos y sardos. Ayudar a estos rebeldes da cierto peso a Gadafi; pero permitir que grupos irregulares - no europeos casi siempre - abran representaciones y hasta sedes en Libia le da un mayor control.
Las organizaciones con representación en Trípoli han incluido al Polisario (Sáhara Occidental), la Union democratique republicaine du Malí, el Ejército de Resistencia Tunecina, Frolinat (Chad), el Ansar (Sudán), el Frente de Liberación de Egipto, el Frente de Liberación de Palestina, el Frente Popular para la Liberación de Omán y los Emiratos del Golfo [Pérsico], el Movimiento de Liberación de Arabistán (Irán), el Frente Nacional de Liberación de Pattani (Tailandia) y el Frente Moro de Liberación Nacional (Filipinas), así como movimientos contrarios a los actuales regímenes de Marruecos, Mauritania y Afganistán.
Gadafi financia a estos grupos, les dota de armas y les da acceso a los campamentos de instrucción y las instalaciones de comunicación libias. Dado que puede quitar todo lo que da, estas organizaciones revolucionarias han de escuchar a Gadafi. Esto se hizo patente en diciembre de 1976 durante las negociaciones entre el gobierno filipino y el Frente Moro de Liberación Nacional; para garantizar su éxito, Gadafi excluyó prácticamente por completo al Frente de las conversaciones y alcanzó un acuerdo de reconciliación en su nombre con el régimen de Manila.
Gadafi ejerce un control todavía más estricto de las legiones extranjeras que financia. Estas tres legiones están integradas por extranjeros y hasta están dirigidas por ellos, y cada una tiene una misión característica: religiosa, militar y terrorista. La Asociación para la Propagación del Islam, fundada en 1970, forma a los predicadores musulmanes en línea con el islam intolerante de Gadafi y los despacha al extranjero con generosos fondos. Hacia 1977, la Asociación tenía desplegados 350 misioneros, siendo libios solamente dos; la mayoría han sido despachados al África subsahariana, último gran escenario de enfrentamiento entre cristianos y musulmanes por las almas. Otros han sido despachados a Malasia en un intento de desestabilizar el delicado equilibrio religioso de aquel país.
La Agencia de Exportación de la Revolución (conocida también como Le Bureau arabe des liaisons) administra campamentos de instrucción para extranjeros en Libia; seis próximos a las costas mediterráneas, cuatro en la frontera con Túnez y el otro en el corazón del país, en Sebja. Participan egipcios y tunecinos entre otros árabes, habitantes del África Subsahariana, paquistaníes, hindúes, vietnamitas, norcoreanos y europeos del Este, pero no hay cubanos ni soviéticos, y la organización está encabezada por palestinos. Los efectivos, que rondan los 7.000, están bien remunerados, bien entrenados, muy politizados y estrictamente disciplinados. Ciertos soldados se alistan en el extranjero, pero amenazados con la expulsión por haber entrado ilegalmente en Libia en busca de trabajo, la mayoría opta por el servicio militar en la Agencia.
Los soldados de los campamentos a menudo se han aventurado fuera de Libia, ayudando al Polisario (a través de una vía desértica bautizada como "el sendero de Gadafi"), ocupando la franja de Aozou en el norte del Chad y librando la guerra civil del Chad. Otros protagonizaron un golpe en Sudán y ayudan a tres tiranos africanos: Amin, Bokassa y Francisco Macías Nguemo, de Guinea Ecuatorial.
Tropas de Tanzania estuvieron a punto de derrocar a Idi Amin a principios de 1979, así que Gadafi despachó 1.500 militares y legionarios libios a Uganda. (Antes de abandonar Libia, los efectivos fueron informados de que estaban siendo enviados a Malta a participar en los fastos de celebración de la retirada de las tropas británicas). Cuando el apoyo a Amin se desvaneció, se vieron superados y los 1.100 efectivos supervivientes fueron capturados. Gadafi pagó a Tanzania 40 millones de dólares por su vuelta.
La mañana del 27 de enero de 1980, trescientos legionarios y efectivos del Ejército de Resistencia de Túnez atacaron el municipio de Gafsa, al oeste de Túnez. Algunos llegaron por tierra desde Libia, otros habían sido trasladados en avión a Argelia desde Libia disfrazados como equipo deportivo antes de llegar a la frontera. La propaganda libia les había convencido de que tan pronto como enarbolaran la bandera de la rebelión, el masivo apoyo popular en Túnez les ayudaría a derrotar al régimen de Bourguiba. En la realidad no despertaron ninguna simpatía local y el gobierno recuperó fácilmente el control.
Hasta 1975, el gobierno libio se apoyaba en grupos independentistas extranjeros a la hora de llevar a cabo sus misiones terroristas. En aquel año, la creación de una legión extranjera terrorista, el Service special des renseignements, hizo posible a Gadafi iniciar y controlar robos, asesinatos, sabotajes y secuestros. Como se observa en el almanaque Africa Contemporary Record, hacia mediados de 1976 Gadafi era omnipresente:
Además del plan de secuestro de Abdul Menim Houni en el aeropuerto de Roma en marzo y de las tramas de asesinato en Egipto y Túnez el mismo mes, en mayo se le acusaba de intento de sabotaje en el delta del Nilo y de armar a los terroristas de Irán. En julio era acusado de ser el cerebro del intento de golpe en Sudán, y en agosto de la autoría de los atentados de Egipto y de un ataque a un aparato de El Al en Estambul. También en agosto, Sadat afirmó que Gadafi y el Frente de Liberación George Habash habían dirigido el secuestro de un aparato de Air France en Entebbe a finales de junio.
En una entrevista de julio de 1976, Gadafi defendía el terrorismo aduciendo que el uso de la fuerza por parte de poblaciones oprimidas que combaten por la liberación es idóneo.
Gadafi brinda dinero, armamento, instrucción y documentos falsos de identidad a los terroristas. Las valijas diplomáticas y los despachos de seguridad de las embajadas libias proporcionan una valiosísima red de información y abastecimiento. Los palestinos que asesinaron a 11 atletas israelíes en las Olimpiadas de Múnich de 1972 recibieron sus armas a través de una valija diplomática libia (y los abatidos por la policía de Alemania Occidental fueron enterrados con funerales de estado en Libia). Libia también es el refugio predilecto de los desesperados del ramo. Según el Presidente Sadat, Illitch Ramírez Sánchez ("Carlos"), el terrorista más famoso del mundo, residió durante dos años en un pequeño establecimiento hostelero costero próximo a Trípoli; el mismo hotel acogió a los cinco miembros del Ejército Rojo japonés que atacaron el consulado estadounidense de Kuala Lumpur en 1975, así como al anarquista alemán Hans Joachim Klein, que resultó herido en el secuestro de los ministros de la OPEP en Viena en diciembre de 1975. Además, Idi Amin estuvo registrado allí probablemente durante un tiempo tras su caída.
Gadafi no limita el uso del terror a los extranjeros. Durante la primavera de 1980, agentes de Gadafi daban caza a exiliados libios contrarios a su régimen. El asesinato de cuatro disidentes en Roma, de dos en Londres y de uno en Atenas, uno en Beirut, uno en Bonn y uno en Milán por su parte suscitó la condena internacional. La mayoría fueron asesinados con armas de fuego, pero uno fue estrangulado y otro decapitado. Las amenazas a los estudiantes libios disidentes afincados en Estados Unidos condujeron a Washington a expulsar a varios diplomáticos libios y casi provocaron la ruptura de las relaciones.
Gadafi se vale de sus conexiones internacionales como árabe y como musulmán para ampliar la influencia de Libia. Con el pretexto de trabajar para crear un único país árabe, ha intentado unir Libia a una inconexa serie de países que incluyen al Sáhara Occidental, a Marruecos, a Mauritania, a Malta (Gadafi es el único que considera Malta árabe), a Egipto, a Sudán, a Siria y al Chad. En cada uno de los casos, las negociaciones se interrumpen cuando la otra parte empieza a captar las intenciones de Gadafi de dominar la unión.
El islam interpreta un papel todavía más relevante en las relaciones exteriores de Gadafi. Al convencerles de convertirse del cristianismo ("la religión del imperialismo") al islam, Gadafi forjó relaciones con dos gobernantes africanos: con el presidente del Gabón Albert- Bernard Bongo en septiembre de 1973, y con Jean- Bedel Bokassa, presidente (y más tarde emperador) de África Central, en octubre de 1976. Gadafi llegó a estar presente en la mezquita de Bangui, África Central, cuando se convirtió Bokassa. Tanto Bongo como Bokassa faltarían posteriormente a su conversión al islam - confirmando la naturaleza política de sus conversiones. La influencia libia también es perceptible en la Carta Nacional Argelina de junio de 1976, que hace del islam la religión del estado, y en el decreto mauritano de junio de 1978 que sienta los pilares islámicos del ordenamiento jurídico.
Pero Gadafi era todavía menos ortodoxos en sus métodos. Durante las conversaciones de unidad entre el norte y el sur de Yemen celebradas en Trípoli en noviembre de 1972, amenazó con detener a sus diplomáticos hasta que alcanzaran un acuerdo (que alcanzaron). Ayudó a frustrar un golpe contra el Presidente sudanés Numayri en julio de 1971 obligando a aterrizar un aparato de la British Overseas Airways Corporation que sobrevolaba Libia con los dos líderes del golpe a bordo. Estuvieron retenidos en Libia y fueron eventualmente entregados al gobierno sudanés para su ejecución. El secretario de los Doce Chiítas del Líbano Musa as-Sadr desapareció en visita oficial a Libia en agosto de 1978. Las autoridades libias dijeron que había abandonado Trípoli a bordo del vuelo 881 de Alitalia con destino a Roma el 31 de agosto, pero las investigaciones han demostrado con claridad que nunca abandonó Libia. Al parecer Sadr, invitado oficial, fue asesinado por sus anfitriones libios.
Gadafi reaccionó con asombrosa voracidad al descubrimiento de petróleo en la plataforma continental entre Libia y sus vecinos pobres en crudo, Túnez y Malta. En enero de 1975, Malta proponía repartir equitativamente la plataforma entre los dos países. En respuesta, Libia reivindicó todo el territorio más allá de las doce millas de aguas territoriales maltesas. En mayo de 1976 los dos países accedían a remitir su desencuentro al Tribunal Internacional de La Haya, como harían Libia y Túnez tres meses más tarde. Desde entonces, los libios han levantado plataformas de prospección en las aguas en disputa en cuatro ocasiones distintas, casi provocando una guerra en una ocasión. En maniobra insultantemente agresiva, los mapas del gobierno libio publicados en septiembre de 1976 incluyen unos 20.000 kilómetros cuadrados de Argelia, una cantidad comparable del territorio de Níger y 100.000 kilómetros cuadrados del Chad. Gadafi no hizo ningún intento de controlar el territorio argelino, pero las regiones más al norte del Chad (conocidas como franja de Aozou) y Níger ya estaban por entonces bajo control libio.
Cuando el paquistaní Zulfikar 'Alí Bhutto anunció que iba a construir "la bomba islámica", Gadafi se prestó puntualmente voluntario para financiar las investigaciones. La participación libia dejó de ser simplemente financiera a mediados de 1979, cuando un camión que transportaba 20 toneladas de sales de uranio al 70 por ciento, conocidas como "pastel amarillo", desaparecían en Níger de camino a su ruta marítima normal. Semanas más tarde, unos nómadas descubrían el camión, volcado y vacío, en la región de Níger bajo control libio oficioso. A cambio del apoyo a la investigación y de las sales de uranio, Pakistán entregará a Gadafi al parecer la primera o las dos primeras cabezas que produzca. Según el Christian Science Monitor, Gadafi "podría utilizar la cabeza para volar por los aires el Canal de Suez como gesto personal de odio al Presidente Anwar Sadat".
Un récord de frivolidad
A pesar de toda la hiperactividad de Gadafi, pocas veces se sale con la suya; las promesas vacías y el fanatismo por su parte han minado reiteradamente sus denodados esfuerzos por influenciar los acontecimientos más allá de sus fronteras. Hablar mucho pero pagar poco decepciona a muchos aliados potenciales, especialmente en África. A los dos años de su conversión al islam, el Presidente gabonés Bongo resolvía todos los acuerdos de cooperación que había firmado con Libia porque Gadafi los había incumplido. "[Los árabes] no son serios y no cumplen los acuerdos que firman", concluía. Más recientemente, Gadafi convencía a Malta de poner fin a 181 años de presencia militar británica en su isla prometiendo compensar los ingresos públicos perdidos (que equivaldrían a la tercera parte del presupuesto nacional aproximadamente). Pero cuando llegó el momento de pagar, Gadafi sometió a Dom Mintoff a una humillante inquisición a manos de un consejo popular. Al final, Malta no recibió ningún dinero de Libia y achacó su tesitura económica totalmente a Gadafi.
Pero hasta cuando llega a cumplir, Gadafi aliena a menudo a los receptores exigiendo demasiado como quid pro quo. Por ejemplo, insistió en que Nepal rompiera las relaciones diplomáticas con Israel a cambio de 50.000 dólares en ayuda humanitaria. Pocos países, ni siquiera los pequeños, venden tan barata su política exterior.
A lo largo de la última década, el fervor radical de Gadafi le ha costado casi todos sus aliados. Simplemente no sabe cuándo desistir. Los tunecinos soportaron sabotajes, tramas de asesinato y agresiones a cuenta de yacimientos petroleros en disputa, hasta que el atentado de Gafsa agotó finalmente su disposición. La facción de Gadafi en el Chad se volvió contra él cuando Libia reivindicó una franja territorial del Chad. Los intentos de unirse a Egipto decayeron hasta el extremo de que Gadafi y Sadat intentaron asesinarse mutuamente. La opinión radical antiisraelí no impidió la ruptura de las relaciones con la OLP durante 1979 y su expulsión de Libia. Jomeini no puede perdonar a Gadafi el asesinato de Musa as-Sadr, pariente político suyo. Gadafi es el villano nacional en Uganda, África Central y las Filipinas; sólo Argelia y Pakistán han logrado conservar unas buenas relaciones constantes. Aunque la representación internacional en Libia se ha triplicado desde 1969, el país está aislado; solamente los ingresos del crudo compran los amigos suficientes para impedir convertirse en un parias.
Gadafi ha ganado muchas batallas pero ni una sola guerra. El Polisario está perdiendo, el atentado de Gafsa fue frustrado, Sadat perseveró a la hora de firmar la paz con Israel, el Chad degeneró en la anarquía, Idi Amin y Bokassa fueron depuestos, eritreos y etíopes tranquilizaron los ánimos, Israel soportó el terrorismo, la jugada de la mezquita de La Meca fracasó de forma sangrienta, el Frente Nacional del Líbano se desintegró, las rebeliones tailandesa y filipina se detuvieron y la conspiración ilegal de Billy Carter acabó en nada. Ninguno de los intentos de golpe de Gadafi ha derrocado a un gobierno, ninguna de las fuerzas rebeldes ha triunfado, ningún separatista ha creado un país nuevo, ninguna campaña terrorista ha dado al traste con la resolución de nadie, ningún plan de unión ha prosperado y ningún país aparte de Libia sigue la "tercera teoría". Gadafi ha cosechado frustraciones y destrucción sin alcanzar ninguno de sus objetivos. Apenas cabe imaginarse mayor inutilidad.
13 de junio de 2010: El artículo de arriba, de casi treinta años de edad ya, comienza con la mención a los "muchos años en el poder" de Gadafi y termina con una reflexión en torno a la inutilidad de sus esfuerzos.
La noticia hoy, "Gadafi pagará 2 millones de libras a las víctimas de los atentados del IRA", plasma simbólicamente estas dos ideas. Por otra parte, los fondos irán a las víctimas irlandesas de su particular terrorismo de hace décadas; por otra, estas compensaciones avalan lo ineficaz de todas las actividades documentadas en este artículo.