Después de Hitler, la política de apaciguar a los dictadores – ridiculizada por Winston Churchill como alimentar al cocodrilo, esperando que te deje para los postres – parecía haber quedado permanentemente desacreditada. Pero la política viene disfrutando de cierto éxito y sigue siendo una tentación presente hoy a la hora de tratar con la República Islámica de Irán.
Los académicos han cuestionado durante mucho tiempo la demonización facilona del apaciguamiento. Ya en 1961, A.J.P. Taylor, de Oxford, justificó los esfuerzos de Neville Chamberlain, mientras Christopher Layne, del Texas A&M, aduce en la actualidad que Chamberlain "hizo lo que le fue posible con las bazas que tenía". Daniel Treisman, politólogo de la UCLA, considera la presunción generalizada contra el apaciguamiento "excesivamente firme", al tiempo que su colega de la Universidad de Florida Ralph B.A. Dimuccio lo llama "simplista".
Neville Chamberlain declaró erróneamente "la paz en nuestro tiempo" el 30 septiembre de 1938. |
En el que quizá sea el trato más convincente despachado a la tesis pro-apaciguamiento, Paul M. Kennedy, un historiador británico que imparte clases en Yale, demostró que el apaciguamiento tiene unos precedentes longevos y solventes. En su artículo de 1976 "La tradición del apaciguamiento en la política exterior británica, 1865-1939", Kennedy define apaciguamiento como método de zanjar disputas "admitiendo y satisfaciendo agravios a través de la negociación racional y los compromisos", evitando así los horrores del enfrentamiento bélico. Se trata, reseñaba, de un enfoque optimista, que supone que los seres humanos son razonables y pacíficos.
Desde la primera cartera de William Gladstone hasta su descrédito a finales de los años 30, el apaciguamiento fue, según la descripción de Kennedy, un término "totalmente respetable" e incluso "una forma de diplomacia particularmente británica", idónea para el carácter y la tesitura del país. Kennedy concluye que la política tiene cuatro fundamentos cuasi-permanentes, vigentes todos ellos sobre todo en Estados Unidos hoy:
- Es moral: Después de que el movimiento evangélico recorriera Inglaterra a principios del siglo XIX, la política exterior británica albergó un fuerte impulso por zanjar las diferencias de manera justa y no violenta.
- Es económico: Como árbitro de referencia en el mundo, el Reino Unido tenía un interés nacional vital a la hora de evitar alteraciones de la actividad comercial, consecuencias de lo cual acusaría de forma desproporcionada.
- Es estratégico: El imperio global británico se tradujo en un estado de fuerte tensión (lo que lo hizo, en palabras de Joseph Chamberlain, un "titán agotado"); en consecuencia, tenía que elegir sus batallas, haciendo del compromiso una forma cotidiana y aceptada de resolver problemas.
- Es nacional: Las licencias de actividad del Estado hicieron de la opinión pública un factor cada vez más relevante del mecanismo de adopción de decisiones, y a la opinión pública no le interesaban los conflictos, sobre todo los caros.
Como resultado, durante más de siete décadas, Londres siguió, con extrañas excepciones, una política exterior que era "pragmática, conciliadora y razonable". Una y otra vez, las autoridades concluyeron que "la resolución pacífica de los conflictos revertirá mucho más en beneficio de Gran Bretaña que el recurso al conflicto". En particular, el apaciguamiento influyó de forma constante sobre la política británica frente a Estados Unidos (en relación, por ejemplo, al Canal de Panamá, las fronteras de Alaska o Latinoamérica como esfera de influencia norteamericana) y la Alemania de Wilhelmine (la propuesta de "permisos en la marina", las concesiones coloniales o la contención en las relaciones con Francia).
Kennedy juzga de forma positiva la política, al orientar adecuadamente las relaciones exteriores del país más poderoso del mundo durante décadas y "plasmar muchos de los aspectos más refinados de la tradición política británica". Si bien no fue un sonado éxito, el apaciguamiento permitió a Londres dar cabida a la creciente influencia de sus rivales no ideológicos, como Estados Unidos o la Alemania Imperial, que en general supieron apuntarse a la recepción de concesiones sin alterarse. Así se frenó el suave declive del Reino Unido.
Post-1917 y con la Revolución Bolchevique, sin embargo, las concesiones fracasaron a la hora de tranquilizar los ánimos de un nuevo enemigo movido por ideología – Hitler en los años 30, Brezhnev en los 70, Arafat y Kim Jong-Il en los 90, y ahora Jamene'i y Ajmadinejad. Estos ideólogos explotaron las concesiones y ofrecieron de forma engañosa un quid pro quo que no tenían intención de satisfacer. Abrigando aspiraciones de hegemonía mundial, no se les podía apaciguar. Las concesiones equivalían realmente en su caso a alimentar el cocodrilo.
Por disfuncionales que sean los tiempos, el apaciguamiento apela permanentemente a la mentalidad occidental moderna, presentándose indefectiblemente cuando un país democrático se enfrenta a enemigos ideológicos agresivos. En referencia a Irán, por ejemplo, George W. Bush puede haber denunciado valientemente "la falsa comodidad del apaciguamiento, que ha quedado reiteradamente desacreditado por la historia", pero el editor del Middle East Quarterly Michael Rubin distingue acertadamente en la realidad de la política norteamericana que "ahora Bush está apaciguando a Irán".
Resumiendo, la política del apaciguamiento se remonta un siglo y medio atrás, ha tenido algunos éxitos, y sigue más viva que nunca. Pero con enemigos ideológicos hay que oponerse conscientemente a ello, no pudiendo ignorarse las lecciones de los años 30, 70 y 90. Ni repetirse.
25 septiembre de 2008: Es un análisis de una serie que he escrito acerca de la renovada respetabilidad del apaciguamiento como herramienta de la política exterior:
- "El Líbano se convierte en el Vietnam de Israel". The Wall Street Journal, 10 marzo de 1999. "Basta" ha reemplazado al "Nunca más".
- "Hay un nombre para eso[: Apaciguamiento]" (con Mimi Stillman). The Jerusalem Post, 5 de julio de 2000. Poner nombre a la política israelí.
- "Quimeras coreanas [de apaciguamiento]". New York Post, 9 de octubre de 2002. Corea del Sur copia a Israel a la hora de apaciguar a su enemigo.
- "[El apaciguamiento y] Por qué duda Europa". New York Post, 28 de enero de 2003. La Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría han desaparecido de la memoria.
- "El apaciguamiento de Richard Clarke". DanielPipes.org, 28 de marzo de 2004. Un especialista en contraterrorismo malinterpreta la guerra contra el terror.
- "¿Apaciguar a Irán?" The Jerusalem Post, 25 de septiembre de 2008. La política "totalmente respetable" del apaciguamiento vuelve a estar de moda.