La carrera otrora prometedora del profesor de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles Jalid Medhat Abú El Fadl ha ido perdiendo fuelle durante la última década. Son historia las distinciones de la atención visible de los medios convencionales, las invitaciones de ingreso en importantes instancias públicas y las citaciones como experto en procesos judiciales destacados.
Jalid Abú El Fadl es catedrático titular de Derecho en la Universidad de California en Los Ángeles. |
No está claro que esta degradación sea producto exclusivo de mi tribuna de 2004 que le sitúa como "islamista encubierto", pero aquella denuncia, visitada más de 30.000 veces, desde luego afectó negativamente a su imagen. En ella, demuestro que, a pesar de la otrora alardeada reputación de musulmán moderado de Abú El Fadl,
quiere que los musulmanes vivan según la ley islámica (la sharía), código que entre otras cosas suscribe la esclavitud, la pena capital por apostasía y la represión de la mujer, y que despacha a los no musulmanes el trato de ciudadanos de segunda. "La sharía y el islam son indisolubles" ha escrito, "y uno no puede existir sin el otro". En un pasaje revelador, confiesa que su "principal lealtad, después de para con Dios, es con la sharía".
Esta difusión pública de sus verdaderas ambiciones mina su imagen de moderación.
Desacreditado de esta forma, como era de esperar, Abú El Fadl, estaba impaciente por devolvérmela. Liberó un globo sonda en 2010 pero sacó a la luz su rencor con mayor claridad en la reciente obra Razonar con Dios, en la que replica tratando de tacharme de "propagandista anti-musulmán" que "comenta con orgullo en su portal los discursos o particulares que presuntamente descubren que el islam es una religión falsa, o cualquier fragmento que cuestione la autenticidad del Corán o de cualquier cosa islámica, como la existencia misma de Mahoma, el profeta del islam".
El problema reside en que el titular de la cátedra Omar y Azmeralda Alfi de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles y responsable de su Programa de Estudios Islámicos, cuyo nombre abreviaré JMAEF, ha pasado de la realidad a la ficción. En interés de la higiene académica amistosa, ofrezco las correcciones.
El pasaje antedicho reviste dos problemas. En primer lugar, mi portal alberga un archivo de mis propios escritos exclusivamente, de manera que no "comento con orgullo" de nadie. Sí, DanielPipes.org alberga 140.000 comentarios de lectores, pero comprenden el abanico que va desde elogiar al Estado Islámico de Irak y Siria hasta despreciar el islam. Que JMAEF se apoye en una parte de este abanico no hace sino minar su credibilidad.
En segundo lugar, en el 2000 firmé la tribuna "¿Quién era el profeta Mahoma?" en la que pasé revista a las obras revisionistas que planteaban dudas de la precisión histórica de los acontecimientos de la cronología clásica del islam temprano. JMAEF respondió por entonces de forma iracunda, y pone de manifiesto que, 15 años después, sigue escandalizado por aquella pequeña tribuna. Da a entender que debería plegarme a las sensibilidades religiosas islamistas y no mostrar interés – mucho menos aprobación – en las obras académicas que puedan arrojar dudas sobre mitos sagrados. ¿Qué clase de "catedrático" es?
A continuación vierte la acusación de que solamente admito a los musulmanes dispuestos a ir contra los suyos por un precio:
Aunque los propagandistas de este percal hacen como que alientan a los musulmanes a la reforma y el progreso, en la práctica impugnan las intenciones de cualquier musulmán reformista que vea cualquier mérito en la tradición islámica de cualquier índole… los únicos musulmanes que parecen del gusto de estos islamófobos son los musulmanes avergonzados de todo lo relacionado con su religión que están dispuestos a vender a los suyos.
Nada más lejos de la realidad: lo que JMAEF llama "musulmanes que venden a los suyos" son anti-islamistas que combaten por recuperar su confesión de los avisperos del fundamentalismo, ya sea del salvajismo del Boko Haram o de las tropelías más sutiles de un tal JMAEF. Admiro y apoyo el trabajo de los musulmanes religiosos como Zujdi Yasser o Raquel Saraswati, que dedican gran parte de sus vidas a combatir el islamismo.
Después: cuando los demás llamamos islamista a alguien como JMAEF, él vierte la acusación de que nos valemos de ello como "disfraz para manifestar públicamente prejuicios contra los musulmanes". Pero los musulmanes también utilizan el término islamista o alguno de sus sinónimos para caracterizar a los talibanes, Al-Shabaab, Jamene'i, Erdoğán y similares. ¿Sostiene JMAEF que las decenas de millones de musulmanes que se manifestaron contra el gobierno de Mursi en las calles egipcias estaban "manifestando prejuicios contra los musulmanes"?
JMAEF pasa entonces a lo personal, acusándome de tachar de "islamista a cualquier musulmán que amenace los aires de superioridad de Pipes con respecto a los musulmanes o que amenace sus nociones de prioridades sociales y políticas". Esta cuestión de mi "aire de superioridad con respecto a los musulmanes" constituye un libelo inventado para insultarme. Desafío a JMAEF a presentar cualquier prueba de esta calumniosa acusación. En cuanto a los islamistas, no me siento superior a ellos; los respeto como enemigo a la altura y me tengo en guerra con ellos.
JMAEF cierra vertiendo un ataque final: "aun no siendo quizá tan radicales como Pipes, existe un nutrido número de escritores que tratan de entender el mundo del islam a través de la visión binaria que achaca al islam todo lo inferior". No, estimado JMAEF: Yo no soy "radical", ni siquiera anti-islam, sino contrario a una clase concreta de islam - clase llamada islamismo - clase que usted suscribe. Usted personifica el motivo mismo de mi coletilla "El islam radical es el problema, el islam moderado la solución".
Abú El Fadl y yo tenemos discrepancias en torno a una de las grandes polémicas de nuestro tiempo, una pena que sus carencias académicas y su falta de honradez intelectual imposibiliten el debate constructivo.