"La virtud del nacionalismo" |
El asombroso y contraintuitivo libro de Yoram Hazony, The Virtue of Nationalism (Basic Books) —"La virtud del nacionalismo"—, corrige un error simple pero colosal. Argumenta que la monstruosidad nazi no fue el resultado del nacionalismo, sino más bien del imperialismo. Hitler no aspiraba a que Alemania fuera grande en educación, justicia, e industria, pero a crear un Reich (imperio) de mil años y conquistar el mundo.
Este hecho, obvio para todos durante la Segunda Guerra Mundial, desapareció de la vista poco tiempo después. Esto se debe a que los alemanes de la posguerra, y en especial el canciller Konrad Adenauer (en el cago entre 1949-63), creían que lo mejor que se podía hacer para normalizar el país y prevenir otro impulso brutal de conquista era demonizar el nacionalismo. Puesto más picantemente en la formulación de Hazony, los alemanes decidieron perseguir su sueño imperial, ya no por medio de una invasión, pero a través del más suave mecanismo que hoy llamamos Unión Europea.
Hazony distingue implacablemente el nacionalismo virtuoso ("naciones ... capaces de trazar su propio curso independiente") del imperialismo malvado ("un Estado imperial ... siempre es despótico). Históricamente, Estados sombríos como el imperio romano o español han siempre albergado opresión y atraso. Hoy, el imperialismo está desenfrenado. China es el caso más obvio, pues su riqueza asiste la ambición global de Xi Jinping. Siguiendo ambiciones comparables después vienen Rusia e Irán,
De forma menos obvia, el imperialismo liberal tiene gran atractivo en Occidente. Incluye formulaciones como "el nuevo orden mundial" de George H.W. Bush, la "nación indispensable" de Madeleine Albright, la campaña de George W. Bush para "promover la libertad", y el "liderazgo estadounidense" de Barack Obama. En una sorprendente analogía histórica, Hazony compara los presuntos ordenamientos imperiales rivales de Europa y Estados Unidos con aquellos del papa y el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Mientras que el primero de estos pares reclama preminencia moral, el último de estos basaba su fundamento en el poder militar.
Los presidentes Bush: ¿imperialistas? |
El autor sostiene que las instituciones y federaciones internacionales, equipadas con ideales abstractos y universalistas, son inherentemente imperialistas; incluso cuando adoptan formas sutiles, no militares y aparentemente benignas. Lo que Hazony llama la construcción liberal del mundo se hace, al igual que el imperialismo agresivo, con dogmatismo, fanatismo, odio, e intolerancia.
Pero como sugiere el título de su libro, Hazony quiere redimir al nacionalismo de su mala reputación actual. Aboga por "un mundo de Estados nacionales independientes como el mejor orden político al cual podemos aspirar".
La religión juega un papel central, y basa su idea en la biblia hebrea y, particularmente, en su concreción en lo que llama la construcción protestante hecha en los Países Bajos, en el Reino Unido, y los Estados Unidos. En estos países, una cacofonía de voces divergentes compitiendo entre sí impulsó el progreso en todos los campos de la actividad humana, inspirando la excelencia en las artes y en las ciencias, creando una riqueza sin precedentes y arrojando libertades únicas.
Los estadounidenses deberían comprender fácilmente los beneficios del pluralismo: los estados de la unión actúan célebremente como 50 laboratorios de democracia. También lo son los 44 países soberanos de Europa, donde un avance positivo en uno (digamos la tolerancia religiosa) es a menudo emulado por el resto; mientras que una idea terrible (como dar la bienvenida a un millón de inmigrantes no europeos sin escrutinio) es rechazada. "Es solo a través de los muchos experimentos nacionales que podemos aprender, a lo largo del tiempo histórico, qué es de hecho lo mejor".
Considerando que los Estados nacionales son vulnerables, Hazony recibe con agrado el giro hacia el nacionalismo, manifestado por Brexit, Donald Trump, Jair Bolsonaro, y los civilizacionistas. Entiende que estos hechos representan una necesaria revuelta popular contra la construcción liberal, un testimonio del nacionalismo arraigado en el sentido común de las masas, versus el imperialismo egoísta e interesado de los expertos. El proceso también se está llevando a cabo en países no occidentales como Arabia Saudí, donde el príncipe heredero Mohammad bin Salman busca abandonar el imperialismo del islam wahabí.
Siendo israelí, Hazony naturalmente tiene un interés especial por lo que esto significa para su propio pequeño país antiimperialista. Discierne un difundido pero falso silogismo: 1) el nacionalismo causó Auschwitz; 2) Israel es el país más nacionalista de Occidente (debido a su frecuente dependencia en la fuerza militar); 3) Israel es el país occidental más parecido a la usanza nazi. Tal lógica explica la de otro modo inexplicable encuesta del Eurobarometer, hecha en 2003, que encontró que Israel es percibido como la mayor amenaza a la paz mundial (con Estados Unidos empatando con Irán y Corea del Norte en segundo lugar). Una comprensión adecuada del nacionalismo israelí haría maravillas por su reputación.
Encuesta del Eurobarometer, noviembre de 2003. |
Hazony ha escrito un libro profundo, persuasivo y oportuno. Su idea clave —si al nacionalismo, no al imperialismo— merece una consideración cuidadosa, seguida de una acción eficaz. Dado que distinguir entre los dos ordenamientos es mucho menos evidente de lo que uno podría pensar, La virtud del nacionalismo sirve como un manual discreto para esta batalla a largo plazo.
Daniel Pipes (DanielPipes.org, @DanielPipes) es el presidente del Middle East Forum. © 2019 por Daniel Pipes. Todos los derechos reservados.
Ilustración del Washington Times. |