En un sorprendente editorial de la semana pasada acerca de la crisis de la Universidad de Columbia, el New York Times reza que un informe universitario que investigaba las quejas de los estudiantes acerca de los estudios de Oriente Medio "es profundamente insatisfactorio" porque es "muy limitado". El "Informe del Comité Ad Hoc de Agravios", observa el rotativo, se centra en la intimidación a estudiantes por parte del claustro, obviando que los estudiantes acusan principalmente "parcialidad estridente propalestina antiisraelí por parte de muchos profesores".
Que la administración de Columbia prefiriera tratar de malos hábitos en las aulas en lugar de la cuestión más profunda de la parcialidad del claustro es una estratagema obvia de autoprotección. Lo primero se puede tratar con algunas llamadas al orden. Lo segundo exige una revisión sistemática de las prácticas universitarias, ocupándose de los temas delicados, como la exclusión de puntos de vista distintos o la posible parcialidad política en la contratación.
Estos temas afloran porque, como las encuestan concluyen constantemente, el conflicto árabe-israelí es solamente una faceta del debate general izquierda-derecha. Por decirlo simplemente, la izquierda se eriza constantemente con hostilidad hacia Israel, y la derecha simpatiza con él.
El informe de Columbia debería haber tratado acerca del giro rápido y general de su claustro – especialistas en Oriente Medio incluidos – hacia la izquierda.
Por pura coincidencia, este auge de izquierdas es el tema de una investigación recién publicada, "Política y posición personal entre el claustro universitario". Laborioso título a un lado, este riguroso y relevante estudio tiene mucho interés.
Usando metodologías tales como las autodescripciones políticas cruzadas o los análisis de regresión múltiple, los co-autores - un profesor emérito de Gobierno del Smith College, Stanley Rothman; un profesor de Comunicación de la George Mason University, S. Robert Lichter, y un profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto, Neil Nevitte - responden a dos cuestiones:
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¿Cómo ve la política el claustro norteamericano?. Cuando se pidió a los profesores su perspectiva política, se autodenominaron progresistas unas cuatro veces más que el público general. En algunos departamentos (Literatura Inglesa sobretodo, seguido de Filosofía, Ciencias Políticas, y Estudios Religiosos), más del 80% del claustro se denomina progresista, y menos del 5% se autodenomina conservador. Esta disparidad ha incitado "un giro sustancial hacia la izquierda" desde mediados de los años ochenta, y que aún está creciendo.
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¿Por qué son tan progresistas los claustros?. Los conservadores se quejan de parcialidad política endémica. Los progresistas replican que los conservadores son bobos. En palabras de Robert Brandon, presidente del Departamento de Filosofía de la Duke University, "intentamos contratar al personal mejor y más inteligente. Si, como dijo John Stuart Mill, los imbéciles son generalmente conservadores, entonces hay montones de conservadores que nunca contrataremos".
¿Qué bando está en lo cierto?. Los conservadores.
Rothman y otros descubren que cuando los logros profesionales son idénticos, un enfoque más progresista vaticina "una tasa de contratación institucional significativamente mayor". Incluso asignan cifras a este desfase progresista: "Las orientaciones ideológicas de los profesores son casi un quinto tan importantes como sus logros profesionales a la hora de determinar la idoneidad para el centro" en el que trabajan. Robert Lichter explica que esto significa que "los Republicanos logran peores empleos que los Demócratas".
Las denuncias conservadoras acerca de "la homogeneidad progresista en la academia merecen ser tomadas en cuenta", concluyen los autores. También indican que sus hallazgos "sugieren contundentemente que, en los últimos años, ha tenido lugar un cambio a la izquierda en los campus universitarios, hasta el punto de que los conservadores políticos se han convertido en una especie en extinción en algunos departamentos".
¿Especie en extinción?. En la observación más acre de David Horowitz, "las universidades son un monolito izquierdista hoy. Un profesor conservador, o un profesor Republicano o evangélico cristiano es tan raro como un unicornio". Un artículo del Harvard Crimson reconoce que el estudio de Rothman implica que [la expresión] "el Kremlin sobre el [río] Charles" puede ser exacta en la práctica al referirse a Harvard.
No es probable que el trabajo del equipo de Rothman tenga mucha audiencia en los campus. La directora ejecutiva de la Modern Language Association, Rosemary G. Feal, responde a sus hallazgos con predecible ultraje: "El grado de basura que esto es me marea".
Si se asume que la reacción de Feal será la predominante, el trabajo de crear equilibrio político en Columbia y en otras universidades exigirá más que pedir amablemente a los profesores que contraten conservadores. Reclamar una institución que se ha convertido en una fortaleza de la izquierda precisará de un esfuerzo concentrado y prolongado por parte de los accionistas – licenciados, estudiantes, padres de estudiantes, legisladores.