En las elecciones de la Autoridad Palestina (AP) que tuvieron lugar en enero del 2005, un porcentaje significativo de habitantes árabes de Jerusalén se mantuvieron lejos de las urnas por temor a que votar hiciera peligrar su posición como residentes de Israel. Por ejemplo, Associated Press citó a un tal Rabi Mimi, de 28 años, camionero, que expresó firme apoyo a Mahmoud Abbás, pero que dijo no tener intención de votar: "No puedo votar. Temo meterme en problemas. No quiero asumir riesgos". Preguntado acerca de si votaría, un taxista respondió con indignación, "¿está de broma?. Traer aquí a la corrupta Autoridad [Palestina]. Eso es justo lo que nos faltaba".
Esta reticencia — así como la incompetencia de la administración — ayudó a explicar por qué, en palabras del Jerusalem Post, "en varios colegios electorales de la ciudad [de Jerusalén], había más observadores electorales, periodistas y fuerza policial que votantes". También explica por qué, en las elecciones previas a la AP en 1996, apenas un 10 por ciento de la población convocada de Jerusalén votó, muy por debajo de las proporciones del resto.
Sorprendente al principio hasta el sonrojo, la preocupación por poner en peligro la residencia israelí parece estar extendida entre los palestinos de Israel. Cuando se les da a elegir entre vivir con gobierno sionista o palestino, prefieren decididamente el primero. Más que eso, hay un conjunto de sentimientos pro Israel de donde [ello] se deriva. Ninguna encuesta cubre este delicado tema, pero un historial sustancial de declaraciones y acciones sugiere que, a pesar de su bagaje anti-sionista, los enemigos más fervientes de Israel perciben sus virtudes políticas. Incluso los líderes palestinos, entre sus jaculatorias, dejan ver en ocasiones su protección y reconocimiento de las virtudes de Israel. Esto amor secreto palestino por Sión tiene implicaciones esperanzadoras y potencialmente significativas.
Las expresiones pro - Israel se clasifican en dos categorías principales: preferir permanecer bajo gobierno de Israel, y elogiar a Israel como mejor que los regímenes árabes.
No gracias, Autoridad Palestina
Los palestinos que ya viven en Israel, especialmente en Jerusalén y en el área del "triángulo de Galilea", mencionan, volublemente a veces, cuánto prefieren permanecer en Israel.
Jerusalén. A mediados del 2000, cuando parecía que algunas partes de Jerusalén de mayoría árabe iban a ser transferidas al control de la Autoridad Palestina, los habitantes árabes de Jerusalén expresaban no estar encantados con las perspectivas. Con la vista puesta en la AP de Arafat, vieron el poder monopolizado por autócratas dominantes y corruptos, una fuerza policial al estilo mangante, y una economía estancada. Las infladas y absurdas afirmaciones de Arafat ("somos el único oasis democrático real de la región árabe") sólo exacerbaron sus temores.
`Abd ar-Razzaq 'Abid, del vecindario Silwan de Jerusalén, señalaba dudoso "lo que está sucediendo en Ramala, Hebrón, y la franja de Gaza", y preguntaba si los residentes de allí se ganaban bien la vida. Un médico que solicitaba la ciudadanía israelí explicaba:
El mundo entero parece hablar del futuro de los árabes de Jerusalén, pero nadie se ha molestado en preguntarnos. La comunidad internacional y la izquierda israelí parecen dar por sentado que queremos vivir bajo gobierno de Arafat. No. La mayoría de nosotros desprecia a Arafat y a los compinches que le rodean, y queremos quedarnos en Israel. Al menos aquí puedo expresar libremente lo que pienso sin ser metido en la cárcel, también tengo la posibilidad de ganarme en pan de cada día honestamente.
En las coloristas palabras de un residente de Jerusalén, "el infierno de Israel es mejor que el paraíso de Arafat. Sabemos que el mandato israelí apesta, pero a veces creemos que el palestino sería peor".
Husam Watad, director del consejo de la comunidad Bayt Hanina, al norte de Jerusalén, concluyó que la perspectiva de encontrarse viviendo bajo el control de Arafat tenía a la gente "con pánico. Más del 50 por ciento de los residentes del este de Jerusalén viven por debajo de la línea de la pobreza, y puede imaginarse cómo sería la situación si los residentes no recibieran los pagos del Instituto Nacional [israelí] de Seguridad [Social]". En opinión de Fadal Tahabub, miembro del consejo nacional palestino, se estima que alrededor del 70 por ciento de los 200.000 residentes árabes de Jerusalén prefería permanecer bajo soberanía israelí. Un empleado social residente en Ras al- `Amud, una de las áreas bajo probable control de la AP, decía: "Si se realizara una encuesta secreta, estoy seguro de que una abrumadora mayoría de los árabes de Jerusalén diría que prefieren permanecer en Israel".
De hecho, justo cuando el gobierno palestino parecía más probable, en el 2000, el Ministerio de Interior israelí informaba de un incremento sustancial en el número de solicitudes de ciudadanía de árabes del este de Jerusalén. Un consejero de la ciudad de Jerusalén, Roni Aloni, recibió noticias a propósito de no querer vivir bajo gobierno de la AP de muchos residentes árabes. "Me dicen — no somos como en Gaza o el West Bank. Tenemos carnés de identidad israelíes. Estamos acostumbrados a tener mejor estándar de vida. Incluso si el gobierno israelí no es tan bueno, sigue siendo mejor que el de la AP". Shalom Goldstein, un consejero de temas árabes del alcalde de Jerusalén, descubría además: "La gente ve lo que está sucediendo dentro de las áreas de control palestino hoy y se dicen a sí mismos, "gracias a Alá tenemos carnés de identidad israelíes". De hecho, la mayor parte de los árabes de la ciudad prefiere vivir bajo mandato israelí a vivir bajo un régimen corrupto y tiránico como el de Yasser Arafat".
Tantos árabes de Jerusalén consideraban solicitar los papeles israelíes en el 2000 que el funcionario islámico competente en Jerusalén publicó un decreto que prohibía a su rebaño adoptar la ciudadanía israelí (porque ello implica el reconocimiento de la soberanía israelí sobre la ciudad santa). Faysal al-Husayni, el hombre de la Organización para la Liberación de Palestina a cargo de los asuntos de Jerusalén, fue más lejos: "Adoptar ciudadanía israelí es algo que sólo se puede definir como traición", y amenazó a tal gente con la exclusión del estado palestino. Al encontrar su amenaza ineficaz, Husayni subió el listón, anunciando que a los árabes de Jerusalén que adoptaran la ciudadanía israelí se les confiscarían sus hogares. La emisora de radio de la AP confirmó este punto, llamando a tales personas "traidores", y amenazando con que serían "seguidos". Intimidaron a muchos palestinos debido a ello, temiendo a las fuerzas de seguridad de la autoridad.
Pero algunos hablaron. Hisham Gol, del consejo de la comunidad del Monte de los Olivos lo decía simplemente: "Prefiero la soberanía israelí". Una mujer que visitaba el West Bank llamó a una amiga de Gaza para preguntarle por las condiciones de vida bajo la AP. Escuchó un claro: "Sólo puedo decirte que reces porque los israelíes no salgan de tu ciudad", porque "los judíos son más humanos" que los palestinos. Un particular deseoso de oponerse públicamente a Arafat fue Zohair Hamdan, de Sur Bahir, una aldea al sur del área metropolitana de Jerusalén; organizó una solicitud de árabes de Jerusalén que exigían que se celebrara un referéndum antes de que Israel dejara a la Autoridad Palestina tomar el control de Jerusalén. "Durante 33 años, hemos sido parte del estado de Israel. Pero hoy nuestros derechos se han olvidado". Durante más de año y medio, recogió más de 12.000 firmas (de una población árabe total de Jerusalén de 165.000). "No aceptaremos una situación donde se nos conduzca como ovejas al matadero". Hamdan también expresó la preferencia personal de que Sur Bahir siguiera siendo parte de Israel, y estimaba que la mayoría de los palestinos rechazaba "el mandato corrupto y tiránico de Arafat. Mire lo que ha hecho en El Líbano, Jordania, y hoy en el West Bank y la franja de Gaza. Ha traído un desastre tras otro a su gente".
El triángulo de Galilea. Tales sentimientos pro-israelíes tampoco se limitan a los residentes de Jerusalén. Cuando el gobierno del Primer Ministro Ariel Sharon lanzó un globo sonda en febrero del 2004 acerca de ceder control a la Autoridad Palestina sobre el triángulo de Galilea, una parte de Israel predominantemente árabe, la respuesta fue simple y contundente. Como Mahmoud Mahajnah, de 25 años, explicó a la agencia France-Presse, "Yasir Arafat gobierna una dictadura, no una democracia. Nadie aquí aceptaría vivir bajo ese régimen. He hecho mi servicio nacional [israelí]; Soy estudiante aquí y miembro de la asociación israelí de fútbol. ¿Por qué me transferirían?. ¿Es eso lógico o legítimo?". Un residente citaba lo que llamó un dicho local, que "el mal" de Israel es mejor que "el cielo" del West Bank. Shu'a Sa`d, de 22 años, explica por qué: "Aquí puedes decir lo que quieras y hacer lo que quieras — mientras no toques la seguridad de Israel. Allá, si hablas de Arafat, pueden arrestarte y apalearte". Otro hombre joven, `Isam Abú 'Alu, de 29 años, lo dijo de modo distinto: "Sharon parece querer que nos unamos a un estado desconocido que no tiene parlamento, ni democracia, ni siquiera universidades decentes. Tenemos vínculos familiares cercanos en el West Bank, pero preferimos exigir nuestros derechos completos en Israel".
La entrada de Umm al-Fahm, la mayor ciudad musulmana de Israel, muestra las banderas verdes del Movimiento del Partido Islámico que gobierna la ciudad, junto a una valla publicitaria que denuncia el mandato de Israel sobre Jerusalén. Dicho esto, Hashim `Abd ar-Rahman, alcalde y líder local del Movimiento Islámico, no tiene tiempo para la sugerencia de Sharon: "A pesar de la discriminación y la injusticia que afrontan los ciudadanos árabes, la democracia y la justicia en Israel son mejores que la democracia y la justicia en países árabes e islámicos". Ni Ahmed Tibi, miembro árabe del parlamento israelí y consejero de Arafat, tiene cuidado con la idea del control de la AP, que llama "una sugerencia peligrosa y antidemocrática".
Una encuesta de mayo del 2001 descubrió que apenas el 30 por ciento de la población árabe de Israel estaba deacuerdo con que el triángulo de Galilea fuera anexionado a un futuro estado palestino, lo que significa que una gran mayoría prefiere permanecer en Israel. Antes de febrero del 2004, según el Centro Árabe de Investigación Social Aplicada con sede en Haifa, ese número había saltado al 90 por ciento que prefería permanecer en Israel. No menos alarmante, el 73 por ciento de los árabes del triángulo decían que recurrirían a la violencia para prevenir cambios en la frontera. Sus motivos se dividían de modo bastante uniforme entre los que reclamaban Israel como su patria (43 por ciento) y los que querían los estándares de vida más altos de Israel (33 por ciento). La oposición árabe a ceder el triángulo de Galilea a la Autoridad Palestina fue tan fuerte que Sharon abandonó rápidamente la idea.
El tema se presentó algo más adelante, en el 2004, mientras Israel construía su barrera de seguridad. Algunos palestinos, como Ahmed Jabrin, natural de Umm al-Fahm, de 67 años, afrontaron la decisión de a qué lado de la barrera vivir. Él no tenía ninguna duda. "Luchamos contra [las autoridades israelíes para] estar dentro de la barrera, y la movieron para estar aún en Israel. Tenemos muchos vínculos con Israel. ¿Qué tenemos que ver con la Autoridad Palestina?". Su pariente, Hisham Jabrin, de 31, agrega: "Somos una parte integral de Israel y nunca seremos parte de un estado palestino. Hemos vivido siempre en Israel y no hay posibilidad ninguna de que eso cambie".
Preferir Israel a los regímenes árabes
Los palestinos — de los escalafones más bajos a los más altos — reconocen en ocasiones cómo prefieren Israel a los países árabes. Como observa un funcionario de la OLP, "Ya no tememos a los israelíes o a los americanos, sin importar su hostilidad, sino que hoy tememos a nuestros 'hermanos árabes'". O, en una observación genérica de uno de Gaza, "los árabes dicen que son nuestros amigos, y nos tratan peor que los israelíes". He aquí ejemplos de actitudes hacia tres estados:
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Siria. Salah Khalaf (alias Abú Iyad), una de las principales figuras de la OLP, declaró en 1983 que los crímenes cometidos por el régimen de Hafiz al-Assad contra el pueblo palestino "sobrepasan a los del enemigo israelí". En una línea similar, Yasir Arafat dio un discurso por una figura de la OLP asesinada a instigación siria en su entierro: "Los sionistas de los territorios ocupados intentaron matarle, y cuando fallaron, le deportaron. Sin embargo, los sionistas árabes representados por los gobernantes de Damasco pensaron que era insuficiente, así que caíste como mártir".
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Jordania. Víctor, un jordano que trabajó una vez como delegado de un veterano ministro del gobierno saudí, observaba en 1994 que Israel era el único país de Oriente Medio al que admiraba. "Me gustaría que Israel asumiera el control de Jordania", decía, con su hermano asintiendo vigorosamente. "Los israelíes son el único pueblo por estos lares que están organizados, saben cómo hacer las cosas. Y no son mala gente. Son directos. Mantienen su palabra. Los árabes no saben hacer nada bien. Mire esta presunta democracia en Jordania. Toda entera es una broma".
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Kuwait. Los palestinos colaboraron con las fuerzas iraquíes que ocupaban Kuwait en 1990, así que cuando el país fue liberado, recibieron un tratamiento duro. Un periódico palestino descubría que en Kuwait, "los palestinos reciben tratamiento incluso peor del que han tenido en manos de sus enemigos, los israelíes". Tras sobrevivir a la experiencia kuwaití, otro palestino no escatimaba adjetivos: "Hoy siento que Israel es el paraíso. Ahora amo a los israelíes. Sé que nos tratan como seres humanos. El West Bank [aún entonces bajo control israelí] es mejor [que Kuwait]. Por lo menos antes de que los israelíes te arresten, te traen una orden". Con menos exuberancia, el propio Arafat concurría: "Lo que Kuwait hizo al pueblo palestino es peor de lo que Israel ha hecho a los palestinos en los territorios ocupados".
Muchos palestinos entendieron las virtudes de la vida política israelí ya hace décadas. Como explicaba un hombre de Ramala, "Nunca olvidaré ese día durante la Guerra del Líbano [de 1982] en el que un miembro árabe de la Knesset se levantó y llamó al [Primer Ministro Menachem] Begin asesino. Begin no hizo nada [en respuesta]. Si hicieras eso a Arafat, no creo que llegaras a casa esa noche". Antes de que existiera la Autoridad Palestina en 1994, la mayoría de los palestinos soñaba con la autonomía sin preocuparse mucho de los detalles. Después del retorno de Arafat a Gaza, podían comparar directamente entre su gobierno y el de Israel, como hacen con frecuencia. Tienen muchas razones para preferir la vida en Israel:
Contención de la violencia. Después de que la policía de la AP registrara la casa de un partidario de Hamas en una operación de madrugada y se llevara tanto al partidario como a su padre de 70 años, el padre gritó a la policía, "ni los judíos se comportan como vosotros, cobardes". Y el hijo, cuando salió de la prisión de la AP, relató que su experiencia allí fue mucho peor que las cárceles israelíes. Un opositor a Arafat precisó cómo los soldados israelíes "primero lanzan gas lacrimógeno, y después disparan pelotas de goma, y sólo entonces disparan fuego real. Nunca nos disparan sin una orden directa de disparar, e incluso entonces sólo dan cuatro tiros. Pero estos policías palestinos comenzaron a disparar inmediatamente, y a todas partes".
Libertad de la expresión. `Adnan Khatib, dueño y editor de Al-Umma, un semanario de Jerusalén cuyas instalaciones fueron reducidas a cenizas por la policía de la AP en 1995, relató de primera mano los problemas que ha tenido desde que los severos líderes de la Autoridad Palestina llegaran al poder: "Las medidas que están tomando contra los medios palestinos, incluyendo la detención de periodistas y el cierre de periódicos, son mucho peor que las tomadas por los israelíes contra la prensa palestina". En un giro irónico de los acontecimientos, Na`im Salama, un abogado residente en Gaza, fue arrestado por la AP bajo cargos de difamación al escribir que los palestinos debían adoptar los estándares israelíes de democracia. Específicamente, aludió a las acusaciones de fraude y ruptura de confianza contra el entonces Primer Ministro Binyamin Netanyahu. Salama observó cómo el sistema en Israel permitía que la policía investigara a un primer ministro en ejercicio, y se preguntaba cuando se aplicaría lo mismo al cacique de la AP. Por esta audacia, pasó tiempo en la cárcel. Hanan Ashrawi, un obsesivo crítico anti-Israel, reconoció (a regañadientes) que el estado judío tiene algo que enseñar al naciente estado palestino: "la libertad tendría que ser mencionada aunque sólo se haya puesto en práctica de manera selectiva, por ejemplo, la libertad de expresión". `Iyad as-Sarraj, un prominente psiquiatra y director del programa de salud mental de la comunidad de Gaza, confiesa que "durante la ocupación israelí, estaba 100 veces menos ocupado [que bajo la Autoridad Palestina]".
Democracia. Las elecciones de mayo de 1999 de Israel, en las que Netanyahu perdió, impresionaron a muchos observadores palestinos. Columnistas citados por el Instituto de Investigación Mediática de Oriente Medio (MEMRI) comentan la suave transición en Israel y desean lo mismo; en palabras de uno, envidia a los israelíes y quiere "un régimen similar en mi estado futuro". Incluso uno de los empleados de Arafat, Hasan al-Kashif, director general del Ministerio de Información de la AP, contrastaba la salida inmediata y ligera de Netanyahu del puesto con el poder perpetuo de "varios nombres de nuestra dirección", que continúan gobernando a perpetuidad. Nayif Hawatma, líder del Frente Democrático para la Liberación de Palestina, terrorista, deseaba que la Autoridad Palestina tomase las decisiones más al estilo de Israel:
Queremos que el PNC [consejo nacional palestino] debata los progresos desde 1991, particularmente los Acuerdos de Oslo, que fueron concluidos tras el respaldo del PNC contrariamente a lo sucedido en Israel, por ejemplo, donde los acuerdos fueron presentados a votación en la Knesset y a la opinión pública.
Su [versión de] los hechos puede no ser totalmente exacta, pero deja clara la idea.
Mandato de la ley. Conforme la intifada de 1987 degeneraba en asesinato fratricida y se conocía como la "intrafada", la justicia israelí era cada vez más apreciada por los líderes de la OLP. Haydar 'Abd ash-Shafi', jefe de la delegación palestina de las negociaciones de paz de Washington, hizo una observación notable en 1992, según una trascripción publicada en un periódico de Beirut: "¿Puede alguien imaginarse una familia alegrándose feliz al escuchar que el ejército israelí llama a la puerta en medio de la noche?". Continuó: "Cuando la lucha interna comenzó en Gaza, la gente estaba feliz de que el ejército israelí impusiera un toque de queda". Asimismo, Musa Abú Marzouk, un alto funcionario de Hamas, anotó puntos frente a Arafat en el 2000 al compararlo desfavorablemente con el estado judío: "Vimos a los representantes de la oposición israelí criticar al [Primer Ministro israelí Ehud] Barak y no fueron arrestados… pero en nuestro caso, la Autoridad Palestina detiene gente antes de nada".
Protección de minorías. Los cristianos y los musulmanes seculares en particular aprecian la protección de Israel en un momento en el que la política palestina ha cobrado cada vez más una forma islamista. El diario francés L'Express cita a un palestino cristiano a efectos de que cuando exista el estado palestino, "la unión sagrada contra el enemigo sionista morirá. Será hora de ajustar cuentas. Experimentaremos lo mismo que nuestros hermanos libaneses o los coptos de Egipto. Me entristece decirlo, pero las leyes israelíes nos protegen". Su miedo llega en muchos sentidos demasiado tarde, pues la población cristiana palestina ha caído en picado en las últimas décadas, al punto de que un analista se pregunta si la vida cristiana "se va a reducir a iglesias vacías y a jerarquías sin congregación ni fieles en el lugar de nacimiento del cristianismo".
Ventajas económicas. Los palestinos que viven en Israel (Jerusalén incluida) aprecian el éxito económico de Israel, servicios sociales, y muchas ventajas. Los sueldos en Israel son cerca de cinco veces los del West Bank o la franja de Gaza, y el sistema de seguridad social de Israel no tiene paralelo en el lado palestino. Los palestinos que viven fuera de Israel desean entrar económicamente; cuando el gobierno israelí anunció la finalización de la una sección de una valla de seguridad de 85 millas de largo para proteger el país contra terroristas palestinos, un residente de Qalqiliya, una ciudad fronteriza del West Bank, reaccionó con un ultraje revelador: "Vivimos en una prisión grande".
Tolerancia con los homosexuales. En el West Bank y Gaza, la condena por sodomía supone de tres a diez años de cárcel, y los gays son torturados por la policía de la AP. Algunos de ellos se dirigen a Israel, donde una estimación dice que viven cerca de 300 palestinos gays. Donatella Rovera, de Amnistía Internacional, comenta, "ir a Israel es un ticket unidireccional, y una vez allí su mayor problema es que puedan ser devueltos".
Los palestinos que residiendo en Occidente visitan la Autoridad Palestina están vivamente al tanto de sus desventajas comparadas con Israel. "Hay una diferencia entre el israelí y la ocupación de la AP", escribe Daoud Abú Naim, investigador médico de Filadelfia, mientras visita a la familia en Shuafat:
Los israelíes con los que me he topado a lo largo de los años han sido diversos. Algunos han sido insensibles con nuestras necesidades, y algunos no. Por otra parte, el régimen Arafat / Rajoub es más que "simplemente corrupto". Está interesado exclusivamente en montar una dictadura en la que los ciudadanos palestinos no tienen ninguna libertad civil en absoluto.
Rewadah Edais, estudiante de instituto que pasa la mayor parte del tiempo en San Francisco y visita Jerusalén regularmente agrega, "los israelíes tomaron nuestra tierra, pero en lo que se refiere a gobernar, saben lo que hacen".
Conclusión
Varios temas emergen de esta historia. Primero, acalorada retórica sobre la "malévola" y "brutal" ocupación de Israel aparte, los palestinos están bien al tanto de las ventajas de su democracia liberal. Aprecian las elecciones, la ley y el orden, la libertad de expresión y de religión, los derechos de las minorías, las estructuras políticas ordenadas y las restantes ventajas de una política decente. Hay, en pocas palabras, un distrito electoral de normalidad entre los palestinos, tan difícil de percibir como pueda ser entre las multitudes cargadas de odio que dominan la cobertura de las noticias. En segundo lugar, muchos de los que han probado las ventajas económicas de Israel detestan renunciar a ellas; por muy impermeables a la economía que los palestinos puedan ser, conocen un buen trato cuando lo tienen delante. Tercero, el porcentaje de palestinos que preferirían vivir bajo control israelí citado en las estimaciones destacadas arriba — una mayoría aplastante de entre el 70 y el 90 por ciento -- señala que es más que una rareza entre los palestinos. Esto tiene implicaciones obvias para las concesiones israelíes al "derecho de retorno", sugiriendo que los palestinos se trasladarán a Israel en números grandes. Cuarto, implica que algunas de las soluciones finales más imaginativas del estatus final que implican volver a trazar fronteras van a ser difíciles de ejecutar; los palestinos no parecen más impacientes por vivir bajo mandato de la Autoridad Palestina que los israelíes.
A la hora de la verdad, entonces, incluso los palestinos reconocen a Israel como el estado civilizado de Oriente Medio. En medio del estallido del fundamentalismo político y el terrorismo, este hecho ofrece destellos de esperanza.