¿Cuál es "la mayor victoria del gobierno federal en los tribunales contra el terrorismo"?. Según un artículo de Debra Erdley en el Pittsburgh Tribune-Review, sería la condena de Alí al-Timini el 26 de abril del 2005.
¿Alí qué?. Bien, sí, a excepción del Tribune-Review, que siguió el caso Timimi debido a un vínculo con Pittsburgh, los principales medios permanecieron ajenos al caso con resolución, relanzando casi todos sencillamente el despacho idéntico de Associated Press bien adentro del diario. A la televisión al parecer se le pasó el juicio.
Lo que es tan trascendente de la condena de Timimi, observa Erdley, es que por primera vez desde el 11 de Septiembre, el gobierno de Estados Unidos no ha encarcelado a un terrorista por sus obras, como recaudar dinero o volar en pedazos algo, sino por sus palabras.
La vez anterior en que ocurrió esto fue en 1995, cuando los federales condenaron a Omar Abdel Rahmán, el jeque ciego, por haber incitado (el abortado) "día del terror" planeado en New York City hacia junio de 1993. Como explicó el principal fiscal del caso, Andrew C. McCarthy, lo que hizo único el procesamiento en este caso fue
la estratagema del gobierno de centrarse en la organización de la jihad detrás de los individuos que realizan este programa: todos los demandados fueron acusados bajo el estatuto de conspiración sediciosa, que criminaliza los acuerdos para emprender la guerra contra Estados Unidos y oponerse a la autoridad del gobierno por la fuerza.
Incluido entre los acusados se encontraba el jeque ciego y diabético, alguien que por sí mismo obviamente no podría participar en operaciones, pero que pasará el resto de su vida en una prisión norteamericana por sus palabras sediciosas.
Y ahora, Alí al-Timimi, también jeque, sigue los pasos de Abdel Rahmán hasta la cárcel porque intentó que un grupo de jóvenes americanos musulmanes asociados a un grupo de paintball del norte de Virginia fuera a Afganistán y luchara por el régimen talibán allí. Erdley explica:
Los testigos del juicio de al-Timimi, incluyendo varios miembros de Paintball Jihad, dicen que en una reunión secreta el 16 de septiembre del 2001, aconsejó a los hombres abandonar el país y tomar las armas por los talibanes en su guerra próxima contra Estados Unidos. "Definitivamente se ha cruzado una línea cuando alguien no expresa solamente opiniones acerca de nuestro país, sino que anima, ordena y permite a individuos actuar según esas palabras", dice[el fiscal del distrito este de Virginia, Paul] McNulty.
"Algunas personas quieren debatir aún el tema de si esto constituye discurso. La esencia del caso es, ¿tuvieron efecto estas palabras en estos individuos?. ¿Se les pidió, fueron inducidos, animados?. ¿Tienen influencia sobre la conducta de la gente?. El jurado juzgó culpable de todos los cargos", dice McNulty.
Este caso, procesado por Gordon Kromberg y su equipo, es tan importante porque se ocupó de palabras y las puso en un contexto. Por ejemplo, la acusación de Timimi cita un mensaje que envió el 1 de febrero del 2003, el día en que la lanzadera espacial Columbia se estrelló, en el que él – un ciudadano americano de nacimiento – indicó que
No hay duda de que los musulmanes se regocijaron debido a la adversidad que aconteció a su mayor enemigo.
El accidente del Columbia me hizo sentir, y Alá es el Único que lo sabe, que esto es una señal clara de que la supremacía occidental (especialmente la de América) que comenzó hace 500 años está llegando rápidamente a su fin, si Alá lo quiere, como ocurrió a la lanzadera.
Si Alá lo quiere, América caerá y desaparecerá.
Que el gobierno esté preparado para tomar en consideración tales sentimientos al procesar un caso de terrorismo es una muestra más de su creciente reconocimiento de que la guerra en curso no es contra el terrorismo, sino contra las ideas que conducen a ese terrorismo, a saber, resultantes del islam radical.
Dicho eso, es preocupante ver que los medios principales parecen pasar por alto constantemente la importancia de estos progresos. En su lugar, tienden a no hacer caso de un caso como el de Alí al-Timimi – o, si lo notan, se centran en los temas incorrectos.
Mi conjetura es que, de nuevo, internet debe compensar este fallo.