El atentado suicida de Hadera, Israel, que asesinaba a cinco personas, inspiraba la alegría palestina usual: alrededor de 3000 personas tomaban las calles en celebración, cantando Aláhu Ajbar, pidiendo más atentados suicidas contra israelíes y felicitando a la familia "del mártir" por el éxito del ataque.
Pero los árabes palestinos estaban inusualmente taciturnos después de que tres explosiones detonaran el 9 de noviembre, matando a 57 personas e hiriendo a centenares en Ammán, Jordania. Eso se debe a que, por primera vez, se encontraron siendo la principal víctima de los mismos "mártires" islamistas.
La masacre en una boda en el salón de baile del hotel Radisson SAS se cobraba la vida de 17 miembros de la familia que asistía a los nupciales de lo que el Times londinense llamaba "una pareja de oro palestina, apreciada por sus prominentes familias y amigos palestinos". El atentado también mató a cuatro funcionarios de la Autoridad Palestina, entre los que destacan Bashir Nafeh, jefe de la inteligencia militar del West Bank.
Tras dos décadas de expresar por partes este horror contra los israelíes, algunos de los cuales también asistían a eventos festivos (una cena de Pascua, un Bar Mitzvah), los palestinos, que constituyen la mayoría de la población jordana, pagaron el pato sin esperarlo.
Y sabe qué: No les gustó.
El hermano de una mujer herida en el ataque declaraba a un reportero, "Mi hermana, la quiero. La quiero a morir, y si algo le ocurriera, estaría realmente..." Impresionado, dejaba de hablar y lloraba. Otro familiar llamaba "criminales perversos" a los terroristas. Un tercero gritaba, "Oh dios mío, oh dios mío. ¿Es posible que árabes estén matando a árabes, musulmanes a musulmanes?".
Doy mi más sentido pésame a la familia. También espero que los árabes palestinos, que han creado una reputación mundial no sólo por confiar firmemente en el crimen suicida sino por hacerlo con tanto entusiasmo, aprovechen esta oportunidad única de aprendizaje.
Ninguna otra prensa o sistema escolar adoctrina a los niños para convertirse en terroristas suicida. Ningún otro pueblo da muestras de júbilo por los terroristas suicida muertos. Ningún otro padre espera que sus hijos se vuelven en pedazos. Ningún otro recibe tan pródiga aprobación y financiación al terrorismo por parte de las autoridades. Ni otro pueblo ha dado un líder tan inseparablemente unido al terrorismo como Yasser Arafat, ni dedicado tan generosamente a su lealtad hacia él.
Los ceremoniales de su fallecimiento el 11 de noviembre estuvieron marcados por declaraciones efusivas de cómo "continuará vivo en nuestros corazones" y reafirmaciones de continuar su trabajo.
Los atentados de Ammán, atribuidos a al-Qaeda, pusieron en evidencia la hipocresía de los palestinos y sus partidarios, que condenan el terrorismo contra sí mismos pero no contra otros, en especial no contra los israelíes. Shaker Elsayed, imán de la mezquita de Dar al-Hijrah, en Virginia, denunciaba el ataque de la boda de Ammán como "un acto sin sentido". Muy bonito. Pero Brian Hecht, del Investigative Project, observa que Elsayed posee un largo historial de justificar los ataques terroristas contra israelíes: "La jihad es obligatoria para todos, sea niño, mujer u hombre", dijo. "Tienen que librar la jihad con todas las herramientas que puedan".
La reina Noor de Jordania representó esta hipocresía cuando afirmó que los terroristas de Ammán "cometieron un significativo error táctico aquí, porque han atacado a civiles inocentes, musulmanes principalmente", lo que implica su aprobación en caso de que las víctimas hubieran sido no musulmanes.
¿La vergonzosa historia de amor con las masacres suicidas de los palestinos y el "martirio" disminuirá después de la atrocidad de Ammán? ¿Puede una cucharada de su propia medicina enseñarles que todo lo que va, luego vuelve? ¿Esa barbaridad visita también a los bárbaros en última instancia?
Pequeñas muestras señalan un cambio de opinión en Jordania, al menos momentáneamente. Las encuestas realizadas en el 2004 en la universidad jordana concluyen que dos tercios de los alumnos jordanos ven a al-Qaeda en Irak como "una organización legítima de resistencia". Tras los atentados, el encuestador concluye que nueve de cada diez participantes en la encuesta que previamente aprobaban a al-Qaeda habían cambiado de opinión.
Cambiar el comportamiento árabe palestino exige que la gente civilizada se ponga firme de una vez con el terrorismo suicida. Eso significa rechazar a Hamas como organización política y excluir el diálogo con ella. Significa evitar películas propagandísticas como Paradise Now, una película que blanquea el terrorismo palestino suicida. Y significa condenar a los operativos de
El mensaje a los árabes palestinos necesita ser simple, constante y universal: Todo el mundo condena el terrorismo suicida, inequívocamente, sin excepciones, ya sea en la arena electoral, diplomática o educacional, y ya sea el atentado en Ammán o Hadera.