Los temas de Oriente Medio jugarán probablemente un papel de importancia sin precedentes en las elecciones norteamericanas al Congreso de dentro de menos de un año. Tres asuntos encabezan la agenda: el curso de la guerra de Irak, la respuesta apropiada a las ambiciones nucleares de Irán, y el elevadísimo precio del combustible.
A pesar de su prominencia, éstos son temas momentáneos, en los que los electores tomarán decisiones basadas en circunstancias transitorias y sin diferencias claramente definidas entre los dos partidos importantes; ¿cuál es la postura Demócrata sobre Irak, de todas formas, o la Republicana sobre Irán? Un cuarto tema de Oriente Medio - el conflicto árabe-israelí - tiene un significado electoral más profundo. Es un asunto perenne que ayuda a definir a los dos partidos.
El vínculo Estados Unidos-Israel es "la relación especial" más especial del mundo hoy, así como la relación familiar de la política internacional. En muchas áreas – política exterior, cooperación estratégica, vínculos económicos, conexiones intelectuales, relaciones religiosas, e intervención en la política nacional mutua – los dos países tienen relaciones inusuales, por no decir únicas. Esto alcanza incluso la política local; en palabras de un artículo de 1994 del New Yorker, en ocasiones, "parece que Oriente Medio – o, de todos modos, Israel – es una zona" de Nueva York.
Además, un número significativo de americanos (judíos, evangélicos, árabes, musulmanes, antisemitas, izquierdistas) vota según las políticas hacia Israel.
Desde que Israel naciera en 1948, Demócratas y Republicanos han cambiado de lugar en sus posturas hacia Israel. En la primera era, 1948-70, los Demócratas simpatizaron más con el estado judío y los Republicanos llamativamente menos. Mientras los Demócratas hacían énfasis en los vínculos espirituales, los Republicanos tendían a ver Israel como un estado débil y como una responsabilidad en la Guerra Fría.
La segunda era comenzó cerca de 1970 y duró 20 años. Como consecuencia de la extraordinaria victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días, el Presidente Richard Nixon, Republicano, llegó a ver Israel como un aliado útil y un valedor militar. Este nuevo respeto hizo a los Republicanos tan positivos hacia Israel como los Demócratas. Observando esta realidad, concluí en un artículo de investigación de 1985 "Los progresistas y los conservadores apoyan a Israel versus los árabes en proporciones similares."
Como terminó la guerra fría en 1990, comenzó la tercera era. Los Demócratas se enfriaron hacia Israel y los Republicanos se entusiasmaron más con él. La izquierda convirtió la causa árabe palestina en pieza central de su visión del mundo (piénsese en la conferencia de Durban del 2001), mientras que la derecha profundizó en su alineamiento religioso y político con Israel.
Esta tendencia se ha hecho cada vez más evidente. En el 2000, una investigación encargada por el activista anti-Israel de extrema izquierda James Zogby descubría "una división significativa de partidos" acerca del conflicto árabe-israelí, con los Republicanos considerablemente más pro-Israel que los Demócratas. Por ejemplo, planteada la cuestión, "Con respecto a Oriente Medio, ¿cómo cree usted que el próximo presidente debería relacionarse con la región?", el 22% de los Republicanos y apenas el 7% de los Demócratas decían que debía ser pro-Israel.
La investigación reciente de Gallup Poll muestra que el 72% de los Republicanos y el 47% de los Demócratas simpatizan más con los israelíes que con los árabes palestinos. Un examen detallado de estos mismos datos descubre resultados más dramáticos, con los Republicanos conservadores más de cinco veces más empáticos con Israel que los Demócratas progresistas.
La frialdad Demócrata hacia Israel encaja en un patrón más general de teorías conspiratorias acerca de neoconservadores y arrebatos anti-judíos de lumbreras del partido tales como Jimmy Carter, Jesse Jackson, Cynthia McKinney o James Moran. Un observador, Sher Zieve, concluye que entre los Demócratas, "el antisemitismo está y ha estado al alza" durante algún tiempo.
La tendencia actual parece crecer, con una separación concomitante de judíos y árabes / musulmanes en política americana. Esto me lleva a esperar que los árabes musulmanes y otros hostiles a Israel voten cada vez más Demócrata, incluso si judíos y otros amigables hacia el estado judío votan Republicano cada vez más. Bajo esta luz, vale la pena notar que los musulmanes americanos se ven en competición directa con los judíos; Muqtedar Jan, del Brookings Institute, predice que los musulmanes de Estados Unidos pronto "no sólo podrán sobrepasar en votos, sino también desbancar al lobby judío y a la mayoría de los restantes lobbies étnicos".
Estos avances tienen implicaciones potencialmente profundas para las relaciones Estados Unidos - Israel. La continuidad de la política de consenso de partidos del pasado terminará, para ser sustituida por un cambio importante cuando quiera que la Casa Blanca cambie de las manos de un partido al otro. Cuando el consenso político se rompa, Israel saldrá perdiendo.