La estrategia del incremento gradual de efectivos norteamericanos en Bagdad está teniendo éxito pero problemas estructurales más profundos siguen plagando a la presencia norteamericana en Irak. La presa más grande del país, a 40 km al noroeste de Mosul, cerca de la frontera turca, simboliza de manera espectacular este desaguisado.
Justo después de ocupar Irak en abril del 2003, un informe concluía que los cimientos de la presa de Mosul "están filtrando como un colador y listos para el colapso". Un informe más reciente, aún clasificado, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos concluye que "Se juzga que la presa tiene una probabilidad de colapso inaceptable en el plazo de un año". Más explícitamente, el cuerpo concluye que la probabilidad actual de derrumbe es "excepcionalmente elevada". Un empleado de ayuda veterano llama a la prensa "una bomba de relojería a la espera de explotar".
Eso se debe a que la presa fue construida sobre un lecho inestable de sustrato de yeso que exige una inyección constante de cemento para evitar que los sillares erosionen y la gigante compuerta este colapse. A lo largo de los años, los ingenieros han bombeado a los cimientos más de 50.000 toneladas de una mezcla de bentonita, cemento agua y aire. Como explica el Washington Post, "24 hormigoneras mezclan 24 horas al día para bombear el compuesto a lo profundo del sustrato de la presa. Y periódicamente se forman dolinas mientras el yeso se disuelve bajo la estructura".
A pesar de estos esfuerzos, la condición de la presa sigue deteriorándose, planteando la perspectiva de su total derrumbe. En caso de que esto sucediera con una reserva de agua al máximo de su capacidad, predice Engineering News-Report, "hasta 12.500.000.000 de metros cúbicos de agua acumulados en la reserva de 3,2 km de longitud forrada de tierra [irrumpirían] hacia el valle del río Tigris hasta Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak. La ola tras la cresta de 110 metros de altura tardaría alrededor de dos horas en llegar a la ciudad de 1,7 millones de habitantes". Además, partes de Bagdad (7 millones de población) pasaría a estar bajo 5 metros de agua.
El cuerpo del ejército estima que la inundación mataría inmediatamente a medio millón de personas, mientras que los problemas derivados tales como el corte de suministro eléctrico y la sequía, matarían a muchas más. (No es coincidencia que Irak fuera el enclave del Arca de Noé). Probablemente sería la mayor pérdida de vidas inducida por el hombre con diferencia de la historia.
Muchos funcionarios iraquíes, desafortunadamente, exhiben una actitud arrogante hacia estos peligros, exacerbando adicionalmente el problema. Rechazan como innecesaria, por ejemplo, la recomendación del cuerpo de ingenieros de construir una segunda presa como respaldo rio abajo.
Aún así, si tuviera lugar un derrumbe catastrófico, ¿quién sería culpado de la pérdida de vidas sin precedentes? Los americanos, por supuesto. Y comprensiblemente, dado que la administración Bush se adjudicó el reacondicionamiento de la vida cotidiana iraquí, incluyendo la presa de Mosul. Específicamente, el contribuyente norteamericano financió las tentativas de reforzarla mediante una cimentación mejorada, a un precio de 27 millones de dólares. El inspector general especial para la reconstrucción de Irak, sin embargo, ha juzgado estos esfuerzos incorrectamente administrados e ineficaces.
Las masivas muertes iraquíes sin duda forjarían teorías conspiratorias acerca de la perversidad norteamericana, suscitando una rabia de proporciones épicas contra el gobierno americano y creando una profunda sensación de culpa entre los propios americanos. Aún así, esta culpa y este remordimiento estarían por completo mal emplazados.
La ayuda saudí y demás ayuda árabe - no el dinero americano - financió lo que originalmente se llamó "la presa de Saddam". Un consorcio germano-italiano encabezado por Hochtief Aktiengesellschaft levantó la estructura de 1.500.000.000 de dólares en 1981-84. Principalmente tenía un objetivo político, reforzar al régimen de Saddam Hussein durante la guerra Irán-Irak. La presa, en otras palabras, no tuvo nada que ver con Estados Unidos - ni en su financiación, ni en su construcción, ni en su propósito. Sin embargo, la impropia política norteamericana la ha convertido en un quebradero de cabeza americano.
La presa de Mosul replica un torrente de problemas menores en la vida cotidiana iraquí que han aterrizado en el tejado de los americanos (y en mucha menor medida, en el de sus socios de la coalición), como abastecer de combustible y electricidad, gestionar las escuelas y los hospitales, un sistema político y legal justo, y un entorno asegurado frente al terrorismo.
Desde abril de 2003 vengo argumentando que esta carga de responsabilidad por la vida nacional de Irak ha perjudicado tanto a los americanos como los iraquíes. Ata a los americanos con pérdida de vidas innecesaria y gratuíta, obligaciones financieras y cargas políticas. Para los iraquíes, como sugiere el ejemplo de la presa, estimula una falta de responsabilidad de consecuencias potencialmente ruinosas.
Es necesario un cambio de rumbo, y rápidamente. La administración Bush necesita devolver la responsabilidad de los problemas de Irak, incluyendo y especialmente la presa de Mosul. Más en general, debería abandonar el enfoque radicalmente defectuoso y equivocado de "la guerra como labor social", en el que los esfuerzos militares norteamericanos se juzgan principalmente en función de los beneficios que traen al enemigo derrotado, en lugar de a los americanos.