Mientras se presentan dolorosas excusas como consecuencia de la casi-tragedia a bordo de un vuelo de Northwest Airlines con destino a Detroit, viene a la cabeza una conversación mantenida desde el aeropuerto londinense de Heathrow en 1986.
Nizar al-Hindawi, y Ann-Marie Murphy. |
Murphy, descrita más tarde por la fiscalía como "una chica irlandesa y católica nada sofisticada", aceptó incondicionalmente los preparativos que hizo Hindawi por ella para que viajara a Israel con El Al el 17 de abril. También aceptó una maleta de ruedas con un falso fondo que contenía cerca de 2 kilos de Semtex, un poderoso explosivo plástico, y ella aceptó ser entrenada por él para responder a las preguntas de la seguridad del aeropuerto.
Murphy superó con éxito la inspección rutinaria de la seguridad de Heathrow y llegó a la puerta de embarque con su maleta, donde un agente de El Al la interrogó. Como reconstruyen Neil C. Livingstone y David Halevy en la revista Washingtonian, el agente empezó preguntando si se había hecho el equipaje ella misma. Ella contestó negativamente. A continuación:
"¿Cuál es el propósito de su viaje a Israel?" Recordando las instrucciones de Hindawi, Murphy respondió: "Turismo".
"¿Está usted casada, señorita Murphy?" "No."
"¿Viaja sola?" "Sí".
"¿Se trata de su primer viaje al extranjero?" "Sí".
"¿Tiene parientes en Israel?" "No."
"¿Planea encontrarse con alguien en Israel?" "No.
"¿Ha planeado sus vacaciones con mucha antelación?" "No."
"¿Dónde se alojará mientras está en Israel?" "En el Tel Aviv Hilton".
"¿Cuánto dinero lleva usted encima?" "Cincuenta libras". Dado que la noche en el Hilton costaba por lo menos 70 libras en aquella época, él preguntó:
"¿Tiene usted tarjeta de crédito?" "Oh, sí", respondió ella, mostrándole un carné para cobrar cheques.
Eso bastó, y el agente envió su bolsa para ser inspeccionada, donde fue descubierto el dispositivo explosivo.
Seguridad en el Aeropuerto Ben Gurión en Israel. |
Tan obvio como pueda sonar, el exceso de confianza, la corrección política y la responsabilidad jurídica impiden que tal enfoque sea posible en cualquier otro lugar de Occidente. En Estados Unidos, por ejemplo, un mes después del 11 de Septiembre el Departamento de Transportes difundía directrices entre su personal que prohibían generalizar con "la tendencia de los miembros de cualquier grupo racial, étnico, religioso o nacional a tomar parte en actividades ilegales". (Póngase un hijab, aconsejé medio en broma a las mujeres que desearan evitar ser vigiladas por la seguridad de los aeropuertos).
Peor aún, considere las vergonzantes y cómicas medidas adoptadas presa del pánico por la Administración de Seguridad en el Transporte implantadas horas después del intento de atentado de Detroit: nada de anuncios por megafonía "que se refieran al rumbo del aparato sobre ciudades o lugares", y desconectar todos los servicios de comunicación del pasaje. El pasaje puede tener prohibido levantarse durante la última hora de un vuelo, acceder a su equipaje de mano o tener "mantas, almohadas o pertenencias personales sobre el regazo".
Algunas tripulaciones han ido más allá, conservando encendidas las luces de cabina toda la noche mientras se desconecta el entretenimiento en vuelo, se prohíben todos los dispositivos electrónicos y se obliga a los pasajeros a tener las manos a la vista durante la última hora de un vuelo sin comer ni beber. Las cosas se han puesto tan feas, cuenta Associated Press, "que el aviso de un auxiliar de que nadie podía leer nada… despertó gestos de incredulidad y auténticas carcajadas".
Ampliamente criticada por estas medidas propias del Inspector Clouseau, la administración decidió al poco sumar la "vigilancia avanzada" del pasaje que viajara a través o desde catorce "países de interés" – como si salir de un aeropuerto concreto constituyera un indicio de la intencionalidad de alguien de inmolarse.
La Administración adopta el "escenario de seguridad" – disponer medidas muy aparentes que tratan igual a todo el pasaje con tal de no arriesgarse a ofender a alguien por centrarse en, digamos, su religión. El enfoque alternativo es la israelificación, definida por el Toronto Daily Star como "un sistema que protege la vida y la integridad física del pasaje sin matarte a base de molestias".
¿Qué es lo que queremos - numeritos teatrales o seguridad?