"Las banderas estadounidenses son el emblema de la maquinaria bélica invasora en Irak hoy. Son el emblema de la potencia ocupante. Los únicos héroes verdaderos son los que encuentran la forma de ayudar a derrotar a los militares estadounidenses".
Estas palabras fueron pronunciadas la semana pasada por Nicholas De Génova, un profesor de antropología y estudios latinoamericanos de la Universidad de Columbia. De Génova pasó, en términos que serán siempre motivo de vergüenza para su universidad, a instar a los soldados estadounidenses a "fragmentar" (es decir, asesinar) a sus superiores y a desear "un millón de Mogadiscios", refiriéndose a la emboscada de 1993 en Somalia que dejó 18 soldados estadounidenses muertos y 84 heridos.
¿Quiere 18 millones de muertos estadounidenses?
La administración de Columbia se distanciaba de De Génova (quien "no representa en modo alguno" a las opiniones de la universidad) y otros profesores le criticaban - pero sus observaciones no son en absoluto la grosera excepción del discurso habitual de los profesores de esa universidad. Como muestra: Tom Paulin, profesor externo de Columbia este curso académico, ha afirmado que los judíos de Brooklyn "deben ser abatidos" si viven en Cisjordania.
En términos más generales, muchos de los profesores restantes de Columbia comparten las venenosas opiniones de De Génova sobre Estados Unidos, aunque distan de instar a matar estadounidenses.
Eric Foner, titular Dewitt Clinton de historia norteamericana, considera al gobierno estadounidense sospechoso habitual: "Nuestra noción de nosotros mismos como una república amante de la paz es errónea. Hemos utilizado la fuerza militar contra muchísimas naciones, y en muy pocos de esos casos fuimos atacados o amenazados".
Edward Said, profesor de la universidad, llama a la política estadounidense en Irak "un espectáculo grotesco" perpetrado por una "cábala escogida" de individuos no electos que secuestraron la política estadounidense. Acusa a "George Bush y sus secuaces" de ocultar sus ansias imperialistas de "petróleo y hegemonía" bajo falsas intenciones de construir democracia y derechos humanos. Said considera la Operación Libertad Iraquí "un abuso de la tolerancia y los valores humanos" llevado a cabo por un "dios de la guerra vengador judeo-cristiano". Esta guerra, dice, encaja en un patrón de comportamiento más general de América "sometiendo a pueblos enteros, países e incluso continentes a la ruina por un holocausto en toda regla".
Rashid Jalidi, que ocupará la vacante Edward Said de Estudios de Medio Oriente a partir de otoño, utilizaba el término "consenso de idiotas" para describir el amplio apoyo a invertir la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein en 1990, e instaba a sus colegas a combatirlo. Después del 11 de Septiembre aconsejaba a los medios abandonar "su histeria por los suicidas".
Gary Sick, director interino del Instituto de Oriente Medio, afirma que Ronald Reagan derrotó a Jimmy Carter en 1980 por conspirar con el ayatolá Jomeini para mantener retenidos a los rehenes estadounidenses en Irán. Se disculpa por el gobierno iraní (que "ha sido meticuloso en el cumplimiento del Tratado de No Proliferación") y culpa a Washington de haber "animado a Irán a continuar" con la construcción de armas nucleares. Sick se opone a permitir que las víctimas estadounidenses del terrorismo de patrocinio iraní reclamen daños y perjuicios a Teherán. Más en general, ve a la administración Bush como "beligerante" y a sus compatriotas como "insoportables".
George Saliba, profesor de ciencias árabes e islámicas, interrumpe rutinariamente sus clases con peroratas políticas, llevando a un alumno a observar que es "constantemente insultante" asistir a sus conferencias y demás obligaciones docentes quejándose de su curso (sobre el tema "Introducción a la civilización islámica", nada menos) degenerando en un foro de quejas contra "la diabólica América".
Joseph Massad, profesor adjunto de política árabe moderna e historia intelectual, parece culpar de todos los males del mundo árabe a Estados Unidos. La pobreza es fruto de "las políticas racistas y bárbaras" del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial dirigidos por América. La ausencia de democracia es culpa de "las élites gobernantes autócratas y de su patrón, los Estados Unidos". La violencia militante islámica es fruto de "la agresión imperialista norteamericana".
Que tales opiniones procedan de las principales lumbreras del claustro de Columbia indica que De Genova encaja muy bien en su institución. El único error que cometió él fue el de descolgarse públicamente con la conclusión lógica del antiamericanismo transmitido por algunos de sus colegas.
Este auto-odio indica una crisis intelectual presente en centros considerados como los más refinados del país. Ex alumnos, padres de estudiantes y demás amigos de la universidad deben reconocer esta realidad primero, y a continuación tomar medidas para solucionarla.