Hafez Assad tiene una reputación de mantener sus promesas tan buena que hasta Uri Saguy, jefe de Inteligencia de las IDF, ha afirmado públicamente que "siempre y cuando se firme un acuerdo, [Assad] cumple su palabra".
El Ministro de Exteriores Shimon Peres convenía: "Con los sirios es muy difícil llegar a un acuerdo, pero el acuerdo se respetará".
Es curioso que digan esto, porque el dictador sirio tiene un largo historial de romper sus promesas.
Assad se ganó su envidiable reputación gracias a su respeto del Acuerdo de Separación de Fuerzas de mayo de 1974 con Israel, que obliga a Siria a "cumplir escrupulosamente el alto el fuego por tierra, mar y aire" y "abstenerse de toda acción militar". Según Zeev Schiff, decano de los periodistas militares israelíes, "ambas partes han respetado el Acuerdo de Separación de Fuerzas desde que se alcanzara por primera vez".
Richard Murphy, ex secretario en funciones para Asuntos de Oriente Medio, confirma que el acuerdo ha sido "respetado escrupulosamente".
Pero centrarse exclusivamente en ese acuerdo de 1974 ignora los muchos más que Assad ha roto con Israel, el Líbano y Turquía. E incluso un examen detenido del acuerdo de 1974 pone de manifiesto algunas violaciones importantes. Echemos un vistazo a algunos ejemplos.
Los acuerdos "de garantías". En abril de 1976, Israel permitió que las fuerzas sirias ingresaran en territorio libanés a cambio de varios requisitos, denominados "garantías", impulsadas por las autoridades estadounidenses. Estos acuerdos no escritos pretendían limitar el uso sirio de la fuerza en el Líbano. Por ejemplo, Assad accedió a no desplegar aviación, misiles tierra aire, o más de una brigada de efectivos.
Damasco ha incumplido cada una de estas condiciones. Transportó tropas mediante helicópteros y desplegó misiles tierra aire en la región libanesa de Zahle en 1981. Los israelíes conocían estas violaciones. Escribiendo a título personal, Itamar Rabinovich (actual embajador en Estados Unidos) las llamó, respectivamente, "violación" y "violación inequívoca" del acuerdo de 1976. Tampoco se limitaban a cuestiones técnicas; dijo que los misiles sirios equivalían a "una grave amenaza" contra Israel.
Assad ignoró la prohibición del uso de la aviación una segunda vez en octubre de 1990, cuando sus fuerzas aéreas tenían un papel activo en la conquista siria de Beirut.
Violó el acuerdo de garantías de forma aún más grave al enviar más de una brigada al Líbano; a lo largo de los años, 10 brigadas han sido destacadas con regularidad. En resumen, Assad no pretendía solamente decantar el equilibrio de poder en el Líbano sino controlar el país entero directamente. Yair Evron, de la Universidad de Tel Aviv, escribe que Damasco por tanto "sobrepasó" y "violó" su cumplimiento de los acuerdos de 1976.
Lo peor es que Assad niega rotundamente la existencia misma de los acuerdos de garantías. En una ocasión dijo a un grupo libanés: "No os molestéis con las 'garantías' de las que hablan estadounidenses e israelíes, no existen. En cualquier caso, yo no las veo".
Acuerdos para salir del Líbano. En tres ocasiones desde 1976 las autoridades sirias han convenido con las decisiones tomadas desde otros órganos que las tropas sirias deben abandonar el Líbano. Por supuesto, todavía están allí.
Damasco accedió a marcharse primero en octubre de 1978, como parte de los acuerdos de Riad-El Cairo. En septiembre de 1982 firmó la Declaración de Fez, que solicitaba a los gobiernos libanés y sirio que iniciaran conversaciones en la materia. En octubre de 1989, con el fin de lograr el apoyo cristiano libanés a una revisión de la estructura del gobierno libanés (Acuerdos de Taif), Assad aceptó la disposición de que las tropas sirias se redistribuirían desde sus posiciones en Beirut al valle de la Bekaa en dos años, después de haberse satisfecho cuatro condiciones. Estos requisitos se cumplen en septiembre de 1990, pero septiembre de 1992 transcurre sin ningún cambio. (De hecho, si llega en avión a Beirut se va a encontrar tropas sirias en el mismo aeropuerto).
Actividades anti-turcas del PKK. En 1987 y 1992, Damasco firmó los protocolos de seguridad con Turquía prometiendo clausurar las instalaciones utilizadas por el PKK, el grupo kurdo anti-turco. Además, los sirios prometieron una y otra vez a los funcionarios turcos que el PKK no les daría más problemas. Sin embargo los años han pasado y no ha cambiado nada sobre el terreno.
Una base es clausurada a bombo y platillo, sólo para abrir discretamente en otro sitio. En octubre de 1993, un funcionario turco reveló que Damasco y el PKK habían acordado que "militares sirios encabezaran algunas unidades terroristas del PKK".
Transparencia de operaciones. En julio de 1993, Assad llegó a un acuerdo con el Secretario de Estado Christopher en el que en el futuro evitaría que cualquier fuerza en el sur del Líbano lanzase ataques balísticos contra Israel. Menos de un año después no sólo llueven Katyushas sobre Galilea sino que fuentes de Damasco afirman que "Siria no ha convenido con los israelíes en dejar de disparar proyectiles Katyusha sobre el norte de Israel".
La retirada de los Altos del Golán. Hasta la reputación de Assad de haber cumplido sus acuerdos de 1974 con Israel es inmerecida.
Si bien es cierto que el acuerdo puso fin a toda violencia en la frontera sirio-israelí e hizo de los Altos del Golán no sólo un lugar tranquilo sino quizá el más seguro de Oriente Medio, eso no es lo mismo que decir que Damasco cumplió todas sus obligaciones.
En primer lugar, Assad garantizó a Jerusalén sus intenciones no beligerantes prometiendo que "civiles sirios" volverían al territorio evacuado por las fuerzas israelíes. En la práctica, los civiles no han pisado la zona, que sigue siendo zona militar.
En segundo lugar, los sirios trasladaron comandos en 1992 a Kuneitra y artillería pesada a otros lugares de la zona desmilitarizada a la que habían accedido a conservar así en virtud de los términos del acuerdo de 1974. En la franja "de seguridad" a 25 kilómetros de la frontera, desplegaron de manera ilegal 22 lanzaderas de proyectiles tierra aire.
Pero estas violaciones no recibieron ninguna atención, dado que al parecer el Primer Ministro Rabin decidió (y esta es la parte sorprendente) ignorar los informes relativos a ellas facilitados por observadores de la ONU.
El patrón de comportamiento de Assad durante los 20 últimos años demuestra que, como es típico de los déspotas, cumple sus promesas sólo cuando le conviene.