¿En qué países de mayoría musulmana la esclavitud sigue siendo un problema? He aquí un listado alfabético de este fenómeno, con añadidos según exigencias:
- Afganistán: En su mayor parte afecta a los chavales.
- Mali: Árabes y tuaregs son propietarios de negros.
- Mauritania: La esclavitud sigue siendo una institución de peso. 11 de noviembre de 2013: Para consultar los acontecimientos recientes y algunas fotografías, visite "Mauritania se enfrenta a la larga herencia de la esclavitud".
- Pakistán: En su mayor parte un fenómeno rural.
- Arabia Saudí: A pesar de una ley de 1962 que prohíbe la práctica, sigue estando en vigor. Un destacado teólogo llega a afirmar que rechazar la esclavitud en la ley islámica equivale a no ser musulmán.
- Sudán: La trata de blancas volvió con fuerza con la guerra civil de los 90.
- Yemen: Como en Arabia Saudí – la abolición de 1962 no ha sido totalmente eficaz.
También a destacar:
- La práctica de corte devshirme otomano aparece en países tan distantes como Pakistán y Senegal.
- La condición informal pero generalizada de la servidumbre forzada en la que adolece la mano de obra extranjera, servicio doméstico en especial. A modo de ejemplo de los trabajos forzados de los empleados en Qatar, consulte la crónica de Richard Morin "El trabajo forzado en el Golfo Pérsico", The New York Times, 14 de abril de 2013.
- Los trabajos forzados en Uzbekistán recuerdan vagamente a la clase de prácticas esclavistas de países de mayoría musulmana más tradicionales, pero sigue viniendo a ser lo mismo, como demuestran Mansur Mirovalev y Andrew E. Kramer hoy en "La práctica del trabajo forzado en Uzbekistán perdura durante la cosecha del algodón". Entre mediados de septiembre a mediados de noviembre, cuando llega la temporada de cosecha del algodón, informan: "el Estado moviliza a cerca de un millón de personas, funcionarios y profesionales principalmente, para trabajar como recolectores de algodón, ayudando a recoger la cosecha del quinto país exportador de algodón del mundo". Este voluntariado simulado no sólo es realmente trabajo forzoso sino que, explica Steve Swerdlow, de Human Rights Watch, el trabajador "recoge algodón en condiciones abusivas, expuesto a pesticidas, sin agua potable e insuficientemente protegido, a cambio de lo cual recibe poco o ningún dinero". Para empeorar las cosas, "Los recolectores reciben unos tres céntimos por libra, una miseria hasta [en Uzbekistán]. A veces, el precio de la comida y el transporte público superan este salario, lo que significa que el peón trabaja a cambio de nada o incluso acaba endeudado con el Estado".
(17 de diciembre de 2013)