A lo largo de todos los veintiséis años de los que escribe su autobiografía en 1991, Sumaida hace recuento de una más que notable historia - y aún más cierta - entremezclada con astutas observaciones sobre política Iraquí y de Oriente Medio. El resultado es una historia competente con información útil y de análisis interesante.
He aquí lo que el autor rememora: Su padre, Ali Mahmoud Sumaida (nacido en 1935), es un Tunecino que se mudó a Iraq y se unió a Saddam Husayn cerca de 1957, ascendiendo entonces con el futuro dictador hasta las altas esferas políticas. Desde la niñez, Hussein (nacido en 1965) consideraba a su padre un tirano psicópata y le odiaba con una pasión poco común que le movió hasta grandes extremos para herirlo. En la primavera de 1984, mientras estudiaba en Manchester, Inglaterra, Hussein se unió a la Da'wa, el movimiento fundamentalista Shi'i Iraquí. Infeliz con su programa ("La esencia del movimiento fundamentalista Islámico no es la religión, sino el poder a través del odio"), también trabajó con la inteligencia Iraquí. Esto condujo a una extraña quintaesencia del sermón de Oriente Medio: "por el día rondaba con la Da'wah pegando pegatinas de que Saddam era un nuevo Hitler, y por la noche rondaba con los agentes de Saddam delatándola".
Sumaida dice haber encontrado repugnante trabajar para su padre enseguida o "para el monstruo de Saddam y su máquina de matar". En cuestión de un mes o dos, "una idea extraña comenzó a formarse en las nubes de mi mente: la Mossad". Según este relato, tomó la medida inverosímil y drástica de presentarse en frío en la embajada de Israel en Londres y ofrecer sus servicios. Sus órdenes para la Mossad en Gran Bretaña incluyeron vigilar una escuela Iraquí y a un líder Palestino. Entonces se unió a su padre, ahora embajador en Bruselas, y proporcionó información sobre la embajada allí así como del representante local de la OLP. Volvió a Inglaterra en el otoño de 1984 y trabajó en dos asuntos en relación con Siria.
Pero después la Mossad se extralimitó y le dijo a Sumaida que se consiguiera un trabajo en la embajada de Iraq en Londres; su padre se olió inmediatamente el pastel y comenzó una investigación. Para prevenir lo inevitable, Sumaida se dirigió a un funcionario del Mukhabarat (el servicio de inteligencia más alto y temido) el 16 de Julio de 1985, y confesó todo lo de trabajar para Israel - excepto lo de que lo había hecho voluntariamente (retrató sus servicios como un resultado de rentabilidades financieras Israelíes). En respuesta, Sumaida fue devuelto a Bagdad durante cinco días, donde esperaba ser asesinado. Pero, gracias al estatus de su padre, apareció un castigo temporal. Volvió a Inglaterra para comenzar a servir como agente doble. Sin desear desempeñar este papel, sin embargo, Sumaida se mezcló en un cierto hurto de menor importancia y de tal modo consiguió ser expulsado del país
En Octubre de 1985, gracias a nada menos que dos órdenes presidenciales Iraquíes, Sumaida dice que volvió a Iraq y que comenzó a estudiar en la Universidad Tecnológica. Allí conoció a Ban, su futura esposa (y la destinataria de la dedicatoria de este libro). Algún tiempo después, llegó el veredicto final de su destino, desde Saddam en persona: Sumaida iba a vivir, pero a condición de que se alistara en el Mukhabarat. El entrenamiento para esta carrera, descrito con cierto detalle, comenzó en el otoño de 1986. Vivió simultáneamente como "un estudiante y un agente menor para asuntos triviales". A finales de 1987, había demostrado ser lo bastante leal para deberes más serios, tales como hacer comprobaciones de seguridad de los empleados a contratar para tareas confidenciales. En Octubre de 1988, había avanzado hasta ser parte de la segunda capa de protección que rodeaba a Saddam Husayn en un festival.
Sobre esta época, Sumaida comenzó a trazar el modo en el que Ban y él escaparían de Iraq. Hizo intentos frustrados de huir a Beirut y a Amman, sólo para tener éxito, finalmente, a principios de 1990, en un viaje a Yemen. Allí, por segunda vez en su joven vida, Sumaida entró en una embajada enemiga, esta vez la de los Estados Unidos, y pidió asilo político. La respuesta Americana fue de todo menos cálida, la Británica incluso más fría, así que terminó en Canadá, donde reside ahora, con Ban, bajo identidad oculta.
Aunque partes de su historia son intrínsecamente increíbles (¿un miembro de la élite Iraquí de voluntario para espiar para Israel?, ¿un traidor perdonado a cambio de unirse al Mukhabarat?), el relato de Sumaida es consistente internamente, cuadra con fechas conocidas, y, para este no-Iraquí, suena más verdadero que falso. La información personal sobre su propia mentira, robo, contrabando, y ablandamiento también presta un aire de autenticidad. Puesto de modo diferente, es difícil ver por qué cualquiera se inventaría todo esto; hay mucha porquería y ninguna auto - glorificación. Además, es difícil imaginar que este cuento sirva como desinformación para alguien. Por otra parte, la absurda discrepancia (tal como haber jugado cuando era un niño con los hijos de Michel 'Aflaq, hombre veinticinco años mayor que su padre) plantea dudas acerca de su credibilidad.
Sumaida ofrece información sobre Iraq que pudo ser verdad. Informa conocer que el núcleo el reactor de Osirak sobrevivió a la incursión de Israel de 1981 y fue reconstruido. Da detalles acerca del engaño a los inspectores que visitaban la fábrica de Munsha'at Nasr, en el que envases inofensivos sustituyeron a misiles mortales. Proporciona un testimonio de segunda mano de la reunión de 1987 en la cual Saddam decidió que un jet iraquí debía atacar el U.S.S. Stark, una oferta para implicar a Washington más en la guerra Iraq - Irán. (Este suceso incita a Sumaida a comentar a un lado que "solamente en Oriente Medio un ataque contra una nave Americana sería considerado una buena manera de terminar una guerra"). En el curso de describir su entrenamiento y actividades, Sumaida revela mucho del funcionamiento interno de la inteligencia Iraquí. La carta que detalla la estructura del aparato Iraquí de seguridad parece familiar. Y las líneas desechables ayudan a hacer que el Iraq totalitario naciese: "Normalmente no se da a un graduado Iraquí de la Universidad ningún documento que demuestre su grado. Esta política ayuda a evitar que los Iraquíes educados y expertos salgan del país".
No son menos interesantes las observaciones alternativamente idealistas y de trotamundos de Sumaida. En varias ocasiones, intenta explicar la mentalidad de Oriente Medio a los Occidentales, incluso mientras piensa que es un imposible ("La llave de Oriente Medio es entender que nunca vas a entenderlo realmente").Un tema se refiere al pensamiento de Oriente Medio:
En nuestro sistema lógico único, una teoría en la que se cree es un hecho. No hay pensamiento analítico intermediario. Mi teoría es mi creencia, por lo tanto es un hecho... Nuestra lógica no es una línea recta, sino que es torcida y alambicada como nuestra escritura. Nuestro sentido de la vida y de la muerte no es el suyo [es decir, de los Americanos]; nos reímos allí donde un Americano gritaría.
Pone en contraste el optimismo de los Occidentales (asumen "que alguien que busca a alguien es un amigo, no un enemigo") con el pesimismo profundo de los Iraquíes ("viviendo bajo el régimen Ba'th, mi padre asumió siempre que lo que quiera que sucediese era lo peor"). Sumaida también ofrece pensamientos acerca del modo en que los Occidentales enfocan Oriente Medio:
Hay un viejo cliché sobre Medio Oriente que estoy cansado de oír pronunciado por "expertos" en telediarios occidentales. Dice, "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Una sobre simplificación fatua. En su lugar prefiero, "el amigo de mi amigo no es necesariamente mi amigo"... No hay cosas tales como aliados en Oriente Medio.. Sólo hay arenas movedizas.
El mismo Sumaida ha escapado de Oriente Medio y, con suerte, ahora ha establecido una nueva vida en Canadá. Él resume sus esperanzas, así como su cólera que lo habita, en una de las oraciones de cierre del libro: "la mejor venganza que puedo tener contra mi padre será amar a mis hijos". El cuento de Sumaida confirma la posibilidad de bien saliendo del mal; y la superioridad de las opciones políticas Occidentales sobre las de Oriente Medio.