El asistente de Barack Obama para Seguridad y Contraterrorismo, John O. Brennan, describía convenientemente los errores políticos presentes y futuros de la administración en un discurso pronunciado el 6 de agosto, "Un nuevo enfoque para la protección de los estadounidenses."
John O. Brennan, asistente para Seguridad Nacional y Contraterrorismo de Barack Obama. |
Los detalles no mejoran mucho las cosas. Más concretamente, Brennan insta a apaciguar a los terroristas: "Aunque condenemos y nos opongamos a las tácticas ilegítimas utilizadas por los terroristas, tenemos que reconocer y abordar las necesidades legítimas y los agravios de la gente corriente a la que los terroristas dicen representar". ¿Cuáles son las necesidades y agravios legítimos que, cabe preguntarse, cree él que representa Al-Qaeda?
Brennan esboza cuidadosamente una amenaza en dos vertientes, siendo una "Al-Qaida y sus aliados" y la otra "el extremismo violento". Pero la primera, es evidente en sí misma, es un subconjunto de la segunda. Este error elemental socava todo su análisis.
Asimismo, rechaza cualquier conexión entre "el extremismo violento" y el Islam: "Utilizar el término legítimo jihad, que significa purificarse o librar una guerra santa en aras de un objetivo moral, corre el riesgo de dar a estos asesinos la legitimidad religiosa que buscan desesperadamente pero que de ninguna manera merecen. Peor aún, se corre el riesgo de reforzar la idea de que Estados Unidos está de alguna manera en guerra con el propio Islam."
Este pasaje recicla la teoría del Islam radical que, según el Teniente Coronel Joseph C. Myers, de la Academia Militar del Mando de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, "forma parte de la estrategia de desinformación y la campaña de encubrimiento" urdida por la Hermandad Musulmana. Desacreditada en el año 2007 por Robert Spencer, la teoría distingue entre la jihad buena y la jihad mala y niega cualquier relación entre Islam y terrorismo.
Es una interpretación profundamente engañosa destinada a confundir a los no musulmanes y ganar tiempo para los islamistas. La administración de George W. Bush, a pesar de todos sus errores, no sucumbió a esta treta. Pero Brennan nos informa ahora de que su superior inmediato basa en ella la política estadounidense.
El discurso contiene signos de incompetencia inquietantes. Nos enteramos de que Obama considera que las armas nucleares en manos de terroristas va a ser "la amenaza más inmediata y extrema a la seguridad mundial". Estupendo. Pero ¿cómo responder? Con tres medidas débiles y casi irrelevantes: "liderar la iniciativa global en favor de un régimen mundial de no proliferación más estricto, iniciar un esfuerzo internacional por garantizar la integridad del material nuclear vulnerable del mundo..., y celebrar una cumbre nuclear mundial."
Brennan tampoco parece encontrarle sentido. Un ejemplo, que requiere una larga cita.
"La pobreza no causa la violencia y el terrorismo. La falta de educación no causa el terrorismo. Pero igual que la cruel masacre de inocentes no tiene excusa, no se puede negar que cuando los menores no tienen esperanzas de una educación, cuando los jóvenes no tienen esperanza de tener un puesto de trabajo y se sienten desconectados del mundo moderno, cuando los gobiernos no cubren las necesidades básicas de sus habitantes, entonces la gente se vuelve más receptiva a las ideologías de la violencia y la muerte."
Resumen: La pobreza y la falta de educación no causan el terrorismo, pero la falta de educación y de un empleo vuelve a la gente más receptiva a las ideas que desembocan en el terrorismo. ¿Cuál es la diferencia? Vamos listos si la Casa Blanca acepta como análisis la ausencia de lógica.
Además, preste atención a la declaración "cuando los gobiernos no cubren las necesidades básicas de sus habitantes, entonces la gente se vuelve más receptiva a las ideologías de la violencia y la muerte", porque contiene dos errores de bulto. En primer lugar, presupone como correcta la ficción socialista de que los gobiernos cubren las necesidades básicas. No. Salvo en unos pocos estados ricos, los gobiernos protegen y garantizan el marco legal, mientras el mercado cubre las necesidades.
En segundo lugar, todos los estudios sobre el tema concluyen que no existe ninguna relación entre el estrés personal (pobreza, falta de educación, paro) y la atracción al Islam radical. En todo caso, la masiva transferencia de riqueza con destino a Oriente Medio desde 1970 contribuyó al ascenso del Islam radical. La administración está basando su política en una falsedad.
¿Dónde está pues, como dicen ellos, la supervisión adulta? La implementación de las políticas ineptas esbozadas por Brennan vaticina riesgos para los estadounidenses, los intereses americanos y los aliados estadounidenses. Las amargas consecuencias de esos errores se manifestarán por sí solas enseguida.