El Washington Post nos informa en un artículo titulado "Ser novato será ventaja del enviado de Oriente Próximo" que "la falta de contacto con Oriente Medio" del nuevo enviado presidencial estadounidense para Oriente Próximo ("Responsable de la Misión de Monitorización y Coordinación del Proceso de Paz de Oriente Próximo de los Estados Unidos", más formalmente) John S. Wolf, "es en realidad una ventaja, puesto que a cualquiera de las partes le será difícil creer que se incorpora al conflicto con ideas preconcebidas".
Para respaldar esta afirmación, el artículo cita a un alto funcionario de la administración que dice que "Es bueno que tenga excepcionales habilidades negociadoras y muy poca experiencia directa en la zona". Como confirmación adicional de esta valoración, un alto funcionario israelí recuerda que poco después de su nombramiento, Wolf "se mostraba muy humilde; dijo no saber nada de la región o del conflicto". Para cuando Wolf había vuelto de su primera visita, sin embargo, "estaba muy versado, entendiendo los matices y conociendo a todos los personajes".
A los familiarizados con la política norteamericana en Oriente Próximo, esta postura les recordará la Comisión Internacional de Investigación (conocida comúnmente como la Comisión King-Crane) enviada a Palestina y Siria en 1919 por el Presidente Woodrow Wilson con el fin de recabar la voluntad de los residentes de esas zonas a efectos de su futuro político. La cualificación de Henry C. King para desempeñar este cargo consiste en ser presidente del Oberlin College; de Charles R. Crane era la fortuna que su negocio familiar de fontanería le dejó. No era ningún secreto que la pareja estaba monumentalmente desinformada a tenor de la región que se disponía a investigar, pero esto se consideró una ventaja. Un ayudante presidencial explicaba que Wilson "piensa que estos dos caballeros están particularmente preparados para ir a Siria, porque no saben nada" (Paris Peace Conference, 1919, volumen 11, página 133).
La Comisión King-Crane, reunida en julio de 1919 en el hotel Royal de Beirut. De izquierda a derecha: Henry C. King y Charles R. Crane. En pie de izquierda a derecha: Sami Haddad (médico e intérprete), William Yale, Albert H. Lybyer y George R. Montgomery (asesores técnicos), Donald M. Brodie (secretario) y Laurence S. Moore (agregado de negocios). |
El informe de la Comisión King-Crane estaba, en opinión de Elie Kedourie, "tan desinformado como insignificante fue su influencia a nivel legislativo" (Elie Kedourie, Inglaterra y Oriente Medio: la destrucción del Imperio Otomano, 1914-1921. London: Bowes & Bowes, 1956, página 147). ¿Quién habría imaginado que 84 años más tarde, los presidentes norteamericanos seguirían a pies juntillas este arcano enfoque del "inocentes destacados"? (22 de julio de 2003)
16 de agosto de 2004: Como la Comisión King-Crane, la empresa diplomática de John Wolf tuvo un impacto ridículo. Hoy era nombrado presidente de Eisenhower Fellowships, una organización sin ánimo de lucro radicada en Filadelfia.
15 de marzo de 2006: El anuncio de los miembros del Iraq Study Group vuelve a recordar el enfoque "antiintelectual". James A. Baker III y Lee H. Hamilton forman parte del grupo como co-presidentes, junto a los integrantes Robert Gates, Rudy Giuliani, Vernon E. Jordan, Jr., Sandra Day O'Connor, León E. Panetta, William J. Perry, Charles S. Robb y Alan K. Simpson. Ninguno de estos individuos aporta conocimiento alguno de Irak al elenco, garantizando prácticamente que la comisión alumbrará un informe políticamente sutil pero estratégicamente inútil.
12 de diciembre de 2006: El Informe del Iraq Study Group está publicado y constituye una catástrofe aún más antiintelectual de lo que venía dando por descontado. Para consultar un análisis completo, visite mi tribuna de hoy "El desastroso informe sobre Irak de James Baker".